Este es el tercer álbum de Zinnard y llega después de sus Songs of Hatred and Remorse (2010) y Orbit One (2012). El músico mallorquín afincado en Madrid deja aquí de lado sus arreglos de cuerda y da paso a un quinteto de rock americano que añade más ritmo a su sonido. Él pone su voz y su guitarra y le acompañan en el proyecto las cuerdas de Santi Guillén, el bajo de Miguel de Lucas, la batería de Cristian Chilo y el piano de Mauro Mietta. Paul Zinnard ha pintado y vestido bien la reflexión (clean-cut) y la espontaneidad es grosera y sin maneras (rude). Las letras en Clean-cut and rude son cuidadas y cercanas, llevan a viajes y playas y hablan de guerras y amores a través del inglés de sus referencias musicales, los sonidos de raíz norteamericanos.

El cantante tenía la sensación con su anterior disco de que “me había volcado en las emociones más pausadas y ahora tenía la necesidad de encauzarlas hacia los pies”. Zinnard sorprende y arriesga con esta maravilla que renuncia, además, a la habitualidad del estudio y está grabada prácticamente en directo. Estudio Uno ha sido la base de operaciones y la producción ha corrido a cargo de Pablo Pulido, Luis Criado y el propio Paul Zinnard.

Cuatro años en solitario

Paul Zinnard es el alter ego de Carlos Oliver, un músico inquieto que en 2010 emprendió su camino en solitario. Pero el callo ya lo tenía, tanto en los escenarios como en el tocadiscos. En 1998 formó la banda The Bolivians, con la que grabó dos discos: The Bolivians y Midnight small talk, y en 2001 dio vida a The Pauls, grupo con el que publicó cinco álbumes: The Champion of the world, Last Sunday, Miss Tokyo, A flair for dancing y Miss Tokyo meets her lover.