«Nuestros símbolos son nuestra herencia -explica Gómez-, y están tanto en los ingredientes plásticos y las figuras como en las marcas sonoras, los palos y estructuras que, dotados de su propia poesía y con su entraña vital, convertiremos en lenguaje bailado y en teatro de la danza. Rondeña, Farruca, Alegrías, Tangos, Seguidilla, Soleá… han sido tratados con la seriedad que imponen el sólo mencionarlos. Son los bailes que conceden el dibujo inicial para la nueva creación coreográfica, y la música ha trabado una serie de referencias armónicas y clásicas en la que las instrumentaciones se alimentan de nuestro rico acerbo sinfónico. Baile coral o baile solista, y hasta algún delicado regalo instrumental, tienen la intención de, junto al disfrute, poner un importante aviso: somos lo que bailamos».

Aída Gómez nació en Madrid en 1967. Formada en Danza Clásica y Clásico Español, la bailarina y coreógrafa es una de las artistas más destacadas de la danza española actual. Su paso por el Ballet Nacional de España figura como decisivo en una trayectoria de memorables actuaciones. En él ingresó de la mano de Antonio el Bailarín en 1982, y en él encarnó, casi desde un principio, los papeles principales de las principales obras. Don Juan, Carmen y Bodas de Sangre, donde brilló especialmente junto a Antonio Gades, son algunos de los muchos ejemplos interpretativos de esta bailarina.