La exposición, que ya se pudo contemplar en Madrid, plantea un recorrido por casi un centenar de volúmenes publicados entre 1947 y 2013 que ponen de manifiesto la riqueza y la variedad de resultados de la interacción entre los artistas y el libro.

Libros (y otras publicaciones) de artista: 1947-2013, a pesar de ser muy heterodoxa, contiene un hilo que la atraviesa. «En ella hay una obra que hemos considerado inicial, que aunque está escrita en el año 12 fue publicada en el 47. Es un estudio sobre el cubismo, Du Cubisme, de Albert Gleizes y Jean Metzinger. Es un texto ilustrado y contiene grabados de diferentes artistas como Duchamp, Braque, Picabia… Llegamos al 2013 con una pequeña carpeta titulada Pan con lágrimas, que es el resultado de la visión de Eduardo Arroyo a partir de un texto del escritor alemán Kurt Tucholsky», resumen Manuel Fontán, director de exposiciones de la Juan March.

Obras propias

Así, la muestra está formada por libros y revistas procedentes de los fondos de la colección de la propia Fundación. En concreto, de tres fuentes diversas. La primera, que conforma el grueso de la exposición, sería la obra que el Museo de Arte Abstracto de Cuenca ha producido en cuanto a libros de artista y publicaciones análogas, en la que cobra especial protagonismo el pintor Fernando Zóbel, uno de los fundadores del Museo.

La segunda procede de la colección personal de Julio Cortázar y que alberga la propia Fundación. Así, todos los libros que tenía en su biblioteca y que permiten ser catalogados como libros de artista también han sido incluidos. La tercera vía proviene de ediciones de libros de artista que ha producido la Juan March al compás de diferentes exposiciones.

“Desde el principio pensamos en trabajar sobre nuestra propia colección. No queríamos hacer un proyecto genérico sobre el libro de artista en el siglo XX o la segunda mitad del siglo XX sino partir de la colección de la Fundación por su significado histórico y para que parte de la colección quedara estudiada, mejorada y catalogada. Ese es el trabajo que han hecho durante cinco meses seis personas», afirma Fontán.

Autoría Múltiple (100 artistas). WC4 Box'83. Nueva York, N.Y.-Rahe, 1983. Colección Fundación Juan March

Numerosos ejemplos

La muestra se detiene especialmente en Derrière le Miroir, la revista de arte de la Galería Maeght de París (con 253 números editados entre 1946 y 1982), una publicación de gran formato que incluía artículos con ilustraciones (a menudo, sobre todo en los primeros números, litografías originales) sobre los artistas de la galería.

La idea era asociar a los mejores escritores del momento con los artistas más destacados, y la muestra expone algunos resultados de esta alianza.

El recorrido se cierra con diversos ejemplos de libros de artista y otras publicaciones editadas a partir de la década de los 60 en el contexto español e internacional. En este recorrido hay obras tan dispares entre sí como la monografía de John Franklin Earhart The Color Printer, de 1892, y una reedición de Último Round de Julio Cortázar.

Mezclas

En Libros (y otras publicaciones) de artista: 1947-2013 se mezclan todas las iniciativas en torno al libro y otras Dedicado a Calder. Derrière le miroir, n 173.  París. Galerie Maeght, 1968. Colección Juan Marchpublicaciones de cincuenta artistas, diseñadores, escritores o poetas, del panorama artístico nacional e internacional.

La muestra presenta obras de, entre otros, Pablo Picasso, Pierre Bonnard, Raymond Queneau, Rafael Alberti, Antoni Tàpies, Antonio Saura, Joan Brossa, Fernando Zóbel, Pablo Palazuelo, Salvador Dalí, Julio Cortázar, Octavio Paz, Brassaï, Gustavo Torner, Eduardo Chillida, José Guerrero, Manuel Millares, Manuel Hernández Mompó, Luis Feito, Lyonel Feininger, Sol LeWitt, Juan Eduardo Cirlot o Eusebio Sempere.

Además mezcla ejemplares representativos de las colaboraciones entre artistas plásticos y poetas, como Novel.la, de Joan Brossa y Antoni Tàpies (Sala Gaspar, Barcelona, 1965) o Mutilados de paz, de Rafael Alberti y Manuel Millares (Madrid, 1965).

Hay también libros-objeto como los Discos Visuales (México, Era, 1968), Vrindaban (México, Imprenta Madero, 1965), de Octavio Paz, o el célebre Cent mille milliards de poèmes, de Raymond Queneau (París, Gallimard, 1961). Y también ediciones de artista, como el Libro de horas de Fernando Zóbel (Manila, 1965) o Ardicia, de Pablo Palazuelo (París, RLD éditeur, 1978), y experimentos de arte postal como la caja con cien postales de artistas WC4 Box’83 (Nueva York, 1983).

Los orígenes

El libro de artista tuvo su origen, según expertos como Johanna Drucker, Guy Schraenen o Anne Moeglin-Delcroix, en publicaciones de principios del siglo XX como Un coup de dés de Stéphane Mallarmé, y también en los experimentos de los futuristas italianos y rusos. Desde entonces, el artista no sólo ilustra el libro, sino que se apropia de él, convirtiéndolo en obra de arte y siendo, por tanto, su autor o coautor.

A partir de los años 60 del siglo pasado, en las colecciones de los museos y en las exposiciones, pero sobre todo en la actividad de los artistas englobables en las corrientes más cercanas al arte conceptual, el libro empezó a presentarse de igual a igual con la obra de arte tradicional, es decir, el libro rompió los límites de su función de soporte material de un texto para competir, como objeto artístico, con las obras de arte.

La concepción del libro como obra de arte modificó su forma visual, transformó algunos de ellos en documentos de acciones y performances y otros en objetos o espacios de experimentación conceptual, verbal y material. Y el proceso tuvo evidentes consecuencias teóricas e institucionales: el libro de artista como obra de arte, reproducido, copiado, fotocopiado, multiplicado, accesible a todos en cualquier lugar, se oponía a la comprensión tradicional de la obra de arte como un original único.