Así, una miscelánea de números de tradición se unen a creaciones contemporáneas donde se tienen en cuenta tanto la técnica como los estilos antiguos, demostrando una vez más que la danza escénica española es una sola, que contiene y filtra todas esas influencias, colores y matices.

En palabras de la propia Aída Gómez, «hemos trabajado muy duro hurgando en la tradición, nos hemos apoyando en mis recuerdos, mi experiencia desde muy joven junto a Antonio, Mariemma, los Pericet y otros grandes artistas de ayer. Y es por eso que, aunque a veces no les mencione, esta obra es un sincero homenaje a todos ellos, quienes nos han enseñado que para llegar con éxito al futuro debemos hacer una profunda reverencia al pasado».