La cisma de Inglaterra es un texto minuciosamente estudiado en su aspecto literario que plantea cuestiones de actualidad, pero olvidado, como tantos, fuera del canon y del repertorio habitual, condenado al destierro de los escenarios, que el CNTC desempolva con un reparto de lujo formado por Sergio Peris-Mencheta, Joaquín Notario, Sergio Otegui, Chema de Miguel, Pedro Almagro, Emilio Gavira, Pepa Pedroche, Natalia Huarte, Mamen Camacho, María José Alfonso, Anabel Maurin, Alejandro Navamuel, Antonio Albujer y Karol Wisniewski, a los que acompañan tres músicos, Anna Margules y Trudy Grimbergen con la flauta de pico y Calia Álvarez con la viola de gamba.

Esta obra de juventud de Calderón, en la que ya se pueden ver muchos de sus temas capitales: la determinación del destino propia del neoestoicismo frente al libre albedrío que defiende Calderón, la responsabilidad de un monarca ante su pueblo o la importancia de obrar bien más allá de los intereses individuales.

Bajo el aspecto de un conflicto teológico sobre la ruptura de la Iglesia Anglicana y con la aparente forma de un drama histórico, adecuadamente adulterado por Calderón para sus propósitos propagandísticos, lo que aflora es un drama humano de dimensiones titánicas.

Un hombre en constante huida hacia adelante de sus propias contradicciones y dudas, una víctima de su pasión y su lujuria, provoca un cataclismo político, religioso y humano en una corte que se desnorta con su pérdida. Enrique es víctima y verdugo de su reino.