La obra representa una metáfora de la sociedad actual, embarcada en una desaforada carrera hacia el éxito y el culto al mercado y la propiedad; una carrera donde se compite a través del engaño y el sometimiento de los más débiles. Bertolt Brecht demuestra una extraordinaria visión de su tiempo pero también del futuro, por lo que resulta de una tremenda actualidad por sus temas centrales: la corrupción y la guerra.

Madre Coraje

Madre Coraje

Pero Madre coraje no sólo se pronuncia contra la guerra sino contra quienes apuestan por un sistema de vida donde impera el dinero, aun a costa de sacrificar su propia existencia y la de los seres más queridos. “La corrupción es nuestra última posibilidad…” “¡Malditas sean todas las guerras!”, “Ninguna causa está perdida si queda un insensato dispuesto a luchar por ella”… Son algunas de las frases pronunciadas por unos personajes de tremenda humanidad.

Fuerza coral

El montaje de Atalaya apuesta por una intensa fuerza coral; los ocho actores –Carmen Gallardo, Lidia Mauduit, Raúl Vera Cabo, Jerónimo Arenal Capellán, Silvia Garzón, Manuel Asensio, María Sanz Caracuajo y Raul Sirio Iniesta– están presentes durante todo el espectáculo e interpretan en directo numerosos temas musicales.

Una parte de los espectadores está inmersa en el propio escenario como una metáfora de quienes sufren en primera persona la corrupción o las guerras, ya sean las que se libran con armas o la guerra silenciosa que pierde buena parte del planeta ante los poderosos.

Sobrevivir

Basada en la Historia de la vida de la estafadora y aventurera Coraje, de Grimmelhausen, la acción se desarrolla entre 1624 y 1636, durante la llamada Guerra de los Treinta Años, un cruel enfrentamiento entre católicos y protestantes que ensangrentó Suecia, Polonia y Alemania. Allí es donde aparece Anna Fierling, una vendedora de baratijas conocida como Madre Coraje, por el valor que parece tener en el campo de batalla.

Oportunista, cínica, segura de sí misma, Anna va de un territorio a otro cambiando de bandera. Su meta es sobrevivir, lucrarse con la guerra y proteger a sus tres hijos. Se debate entre la defensa de su familia a ultranza y sus intereses comerciales. La necesidad o el afán de “defenderse” en el terreno comercial impiden a Madre Coraje defender la vida de sus hijos porque la guerra le impone sus condiciones. En un mundo dominado por la crueldad y la violencia confunde la supervivencia de su propio negocio con la de su propia familia.

Al final de la obra, sola y en la más absoluta miseria, le queda su maltrecha carreta de comerciante, para continuar “defendiéndose” dentro de un mundo en ruinas, en el que es una víctima más. Como dijera Bertolt Brecht, “la guerra representa sólo la continuación de los negocios con otros medios, pero en la guerra los grandes negocios no los hace la gente humilde y en la guerra las virtudes humanas se convierten en mortales”.