Las ideas e innovaciones formales de Louise Bourgeois, como su manera de abordar el psicoanálisis y el feminismo, sus instalaciones ambientales y sus formatos teatrales, se han convertido en cuestiones fundamentales del arte contemporáneo. Una excelente muestra de ello son las Celdas, la serie que inició en 1986 con la pieza Guarida articulada (Articulated Lair) y que se compone de aproximadamente 60 obras únicas.

Con ocasión de esta muestra, las Celdas numeradas del I al VI se agrupan por primera vez desde 1991, fecha en que se reunieron originalmente en el Carnegie International de Pittsburgh. El término “celda” surgió durante los preparativos de aquella exposición. Para Bourgeois, el término en inglés “cell” tiene diversas connotaciones, pues se refiere tanto a la célula biológica de un organismo vivo como a la celda individual de una cárcel o de un monasterio.

Louise Bourgeois. Celda (La última subida) [Cell (The Last Climb)], 2008. Acero, vidrio, goma, hilo y madera. 384,8 x 400,1 x 299,7 cm. Collection National Gallery of Canada, Ottawa. Foto: Christopher Burke. © The Easton Foundation / VEGAP, Madrid.

Louise Bourgeois. Celda (La última subida) [Cell (The Last Climb)], 2008. Acero, vidrio, goma, hilo y madera. 384,8 x 400,1 x 299,7 cm. Collection National Gallery of Canada, Ottawa. Foto: Christopher Burke. © The Easton Foundation / VEGAP, Madrid.

Tres años más tarde, en 1994, la artista creó su primera escultura en forma de araña. Aunque ya superaba los 80 años en aquel momento, logró una vez más reinventar sus métodos de trabajo y realizar algunas de sus piezas de mayores dimensiones gracias a la adquisición, en 1980, de su primer gran estudio. Hasta entonces había trabajado en su casa de Chelsea, donde la anchura de los espacios, de apenas cuatro metros, era determinante para las dimensiones de sus esculturas. Su nuevo estudio de Brooklyn allanó el camino para las piezas de gran formato.

El estudio también le ofreció una gran variedad de nuevos materiales. Así, objetos que procedían del vecindario y de la vida privada de la artista se integran en las Celdas, como estantes de acero procedentes del uso anterior de su estudio como fábrica textil (Guarida articulada, 1986) o un depósito de agua tomado de su tejado [Líquidos preciosos (Precious Liquids), 1992]. Cuando finalmente tuvo que dejar el estudio de Brooklyn en 2005 conservó su escalera de caracol, que más tarde incorporó a la última obra perteneciente a esta serie: Celda (La última subida) [Cell (The Last Climb), 2008].

Recordar y olvidar

La serie de las Celdas gira en torno al deseo de recordar y olvidar a un tiempo. “Tienes que contar tu historia, y tienes que olvidarla. Olvidas y perdonas. Eso te libera”, afirmó Bourgeois en una ocasión. En este sentido, las Celdas contienen referencias a personas y a experiencias del pasado. Las agujas, hilos y husos que se integran en las obras aluden a la niñez de la artista y al oficio de sus padres, ya que su madre era restauradora de tapices.

Las Celdas también hablan de abandono, de traición y de pérdida, en parte a causa de la gran tensión que se vivía en la familia Bourgeois. Por un lado, el padre de Louise engañó a su madre con la au pair de la familia, Sadie, que vivió con ellos durante casi una década. Por otro, en una inversión de los roles habituales, Louise tuvo que cuidar de su madre, quien contrajo una grave enfermedad y pidió a Louise que la ayudara a ocultar ante su padre cómo empeoraba. Se vio así inmersa en una trama de emociones encontradas: admiración y solidaridad, furia e impotencia.

La propia artista relacionó su obra con sus traumas personales. En 1982 creó un texto autobiográfico ilustrado para Artforum que giraba en torno a las traumáticas experiencias de su niñez. En ese mismo período, el Museum of Modern Art de Nueva York homenajeó a la artista, que ya contaba 70 años, con una retrospectiva, la primera que el museo dedicaba a una mujer.

Esta exposición ha ido organizada por Haus der Kunst (Múnich) en colaboración con el Guggenheim Bilbao y patrocinada por la Fundación BBVA

«Cuando empecé a crear las Celdas quería crear mi propia arquitectura, y no depender del espacio de un museo, no tener que adaptar a él mi escala. Quería constituir un espacio real en el que uno pudiera entrar y por el que pudiera moverse»

Louise Bourgeois

Celdas y mucho más

Louise Bourgeois dentro de Guarida Articulada (Articualted Lair) (Col.: MoMA, Nueva York) en 1986. Foto: © Peter Bellamy. © The Easton Foundation / VEGAP, Madrid.

Louise Bourgeois dentro de Guarida Articulada (Articualted Lair) (Col.: MoMA, Nueva York) en 1986. Foto: © Peter Bellamy. © The Easton Foundation / VEGAP, Madrid.

Nacida en París el 25 de diciembre de 1911, Bourgeois pasó parte de su niñez en el cercano barrio de Antony, donde sus padres poseían un taller de restauración de tapices. Se matriculó en la Sorbona para estudiar filosofía y matemáticas. Tras la temprana muerte de su madre en 1932 abandonó las matemáticas y comenzó a estudiar arte en diferentes academias, escuelas y estudios, como el de Fernand Léger. En 1938 conoció al historiador de arte norteamericano Robert Goldwater, con quien se casó ese mismo año, y se trasladaron a Nueva York.

Sus tempranas pinturas Mujer casa (Femme maison, 1945-47) revelan su interés por la arquitectura y el cuerpo, las emociones y la memoria, lo consciente y el inconsciente, lo simbólico y lo real.

A mediados de los años cuarenta y ya madre de tres niños, Bourgeois creó sus primeras esculturas de madera. Estos Personajes se exhibieron en forma de instalación ambiental en la Peridot Gallery en 1949 y 1950. Bourgeois también participó en varias muestras colectivas con los expresionistas abstractos y tenía relación con artistas europeos como Marcel Duchamp y Joan Miró.

A raíz de la muerte de su padre en 1951, Bourgeois sufrió una profunda depresión y comenzó a psicoanalizarse. Durante este período expuso su obra de manera esporádica, pero no fue objeto de una muestra individual hasta 1964, cuando la Stable Gallery de Nueva York presentó un conjunto de formas orgánicas realizadas en yeso, látex y goma. En 1982, el Museum of Modern Art de la misma ciudad le dedicó la primera retrospectiva que el museo consagraba a una mujer artista en su historia.

En 1980 conoció a Jerry Gorovoy, que sería su asistente durante muchos años, y adquirió un estudio en Brooklyn que le permitió empezar a trabajar con formatos mayores. Entre 1986 y 2008 creó en total sesenta y dos Celdas, cinco de las cuales se consideran precursoras, como Sin salida (No Escape, 1989), que se muestra ahora en la sala 206 del Guggenheim Bilbao.