La muestra reúne tres grandes instalaciones que remiten a la idea de recorrido por el espacio urbano. La primera de ellas, Fin de silencio (2010), es un lugar de descanso y reflexión formado por un conjunto de alfombras que reproducen poéticamente los letreros de los comercios de La Habana de los años 40 y 50. En esta obra, el artista ha sumado su propio texto o comentario poético a esta realidad documentada fotográficamente.

El visitante se encuentra en presencia de una deriva poética, existencial si se quiere, donde las piezas confieren a la ciudad esa capacidad de hablar y de contar una historia a partir de los nombres casi olvidados de sus comercios. La instalación se completa con dos vídeos rodados en el mismo contexto de las fotografías, mostrando la vida trepidante de las calles de La Habana. Apenas se ve la marcha de los viandantes, las piernas que caminan con calma o que corren. Una visión del continuo fluir de la ciudad que metaforiza esos lugares a los que nos dirigimos y que añoramos.

Por otro lado, Alcantarillas (2014) reproduce el suelo de Madrid y Bilbao, donde el espectador entra a un espacio en el que la rebelión y la protesta vienen desde el propio suelo, haciendo que la ciudad hable desde lo más profundo. Garaicoa interviene con comentarios irónicos y politizados que se proponen como un golpe a la cara de los poderes fácticos. Concebidas como una serie de alcantarillas que pretenden ser emplazadas en el espacio urbano real a modo de obra pública, estas albergan la voz de la manifestación pública y del malestar ciudadano como propuesta artística.

Alcantarillas ofrece una alternativa a la demanda ciudadana y, a su vez, la convierte en una especie de monumento a su propia lucha. Esta obra se debate entre la acción urbana más directa y su cosificación burguesa, entre ser quien azota, fustiga y hace temer la hegemonía de los poderes conservadores, a la vez que se convierte en su propia máscara inútil y petrificada.

Miradas y escuchas

La exposición concluye con Partitura (2016), una composición musical que reescribe una nueva partitura a partir de las diferentes sonoridades de los músicos callejeros de la ciudad, constituyendo un retrato de la ciudad contemporánea. Esta pieza ha sido producida por Azkuna Zentroa y es su presentación mundial. Concebida como obra plural, es una instalación que ha sido madurada en los últimos 10 años y en la que han intervenido 70 personas, entre músicos y técnicos, para convertirse en la primera gran obra participativa del artista.

Numerosos recorridos a través de dos ciudades, Madrid y Bilbao, han servido de material para esta pieza, que se basa en el fruto de una relación cercana y personal entre el autor y los músicos urbanos. En la sala, el visitante se encuentra con un grupo de atriles colocados a modo de orquesta sinfónica. Cada atril contiene una tableta en la que se ve un músico interpretando una pieza musical. En el centro y presidiendo la orquesta, se descubre el estrado que corresponde al director.

En él se puede ver y escuchar una obra compuesta por Esteban Puebla, creada mezclando magistralmente 35 composiciones musicales. Ésta no pierde de vista su propuesta como archivo sonoro, a la vez que intenta proponer un nuevo espacio visual. Juego de miradas y de escuchas, la obra se plantea como un espacio cambiante y aleatorio, proponiendo diferentes recorridos y encuentros con una ciudad en constante transformación.

Artista de la memoria

El trabajo de Carlos Garaicoa muestra una peculiar preocupación por la ciudad de La Habana, la memoria de sus habitantes y la memoria arquitectónica. Ha participado en numerosas exposiciones personales y colectivas en Cuba, Suiza, Estados Unidos, Alemania, España, Canadá o Brasil, entre otros países. Entre los eventos más significativos en los que ha participado se encuentran la Bienal de La Habana, la Bienal de São Paulo, la I Bienal Internacional de Johannesburgo (Sudáfrica) y Documenta 11.

Garaicoa coloca el espacio urbano como protagonista de su obra (fotografía e instalaciones preferentemente) para hacer de cada objeto “analizado” un estudio arqueológico y, a su vez, una posesión viva a partir de su rescate para el recuerdo y la historia.