Baumgarten, que durante cuatro décadas ha trabajado con paisajes sonoros, se centra en la fragilidad de la estructura de cristal abovedada de este edificio del siglo XIX para crear esta obra a partir de una serie de grabaciones en audio realizadas entre 2001 y 2005 del deshielo de las orillas del río Hudson en el Estado de Nueva York.

Gracias a un meticuloso trabajo de edición y montaje, en el que cada uno de los altavoces de la instalación funciona como miembro de una orquesta, el artista logra generar la ilusión de que lo que se está resquebrajando es la propia bóveda del Palacio de Cristal.

Basándose en la transparencia de la presencia arquitectónica de su armazón de cristal establece una analogía tonal entre el sonido que provoca el deshielo y el derrumbe de las acciones y los activos en los mercados financieros, haciendo referencia a la especulación provocada por el crecimiento económico ilimitado y sus efectos en el dramático cambio climático.

Amenaza de derrumbe

No es la primera vez que una obra de este artista, que a lo largo de su carrera ha recurrido a una gran diversidad de soportes, materiales y medios expresivos (fotografías, películas, dibujosmurales, grabados, narraciones, intervenciones arquitectónicas, etc.), se articula en torno al sonido o tiene a este como uno de sus elementos centrales.

Ya ocurría, por ejemplo, en Da gefällt’s mir besser als in Westfalen. Eldorado (1968-1976), uno de sus primeros proyectos, donde evocaba una imaginaria selva tropical a través de grabaciones sonoras e imágenes fotográficas que había realizado en una zona pantanosa a orillas del río Rhin, entre Colonia y Düsseldorf. O, más recientemente, en Seven Sounds / Seven Circles (2009), donde trabajó con sonidos que fue registrando durante un periodo de casi cuatro años en Denning’s Point, una pequeña península yerma que se adentra en el río Hudson, cerca de la ciudad de Beacon, Nueva York.

Al igual que en Seven Sounds / Seven Circles, el carácter escultórico de la instalación sonora que ha concebido Baumgarten para el Palacio de Cristal viene dado por la complejidad tonal y la dimensión sinfónica de la composición que el artista ha generado. Dicha composición tiene una estructura cíclica y expansiva (es decir, en ella es tan importante la espacialidad como la temporalidad), de modo que la sensación de desmoronamiento del edificio va in crescendo, envolviendo al espectador hasta hacerle sentir que la amenaza de derrumbe es inminente.