Visionario y temperamental, Ponç fue un artista insular dentro de la historia del arte de la posguerra en Cataluña y España. Él lanzó la primera piedra de la renovación plástica de vanguardia tras la Guerra Civil y su irrupción en el panorama de los años cuarenta del siglo XX desquició a críticos y poetas, que rápidamente se apresuraron a calificarlo de grotesco, torturado, diabólico, premonitorio, alucinante, mágico, carnavalesco e infernal.

Ponç no se parece a nadie. Muestra una pintura capaz de explorar los rincones más oscuros y escondidos del ser humano. El carácter único y raro de su obra le condujo hacia una soledad, un aislamiento y un silencio que lo convierten en un solitario, un testimonio visceral de la penetración de la pintura en el misterio de la vida y de la muerte como experiencia.

La exposición, comisariada por Pilar Parcerisa, presenta una nueva interpretación de su obra y de su figura, desde sus inicios a mediados de los años 40 y la época de Dau al Set, hasta las últimas obras de mediados de los años 80. Con el título de Diábolo se quiere hacer referencia al sentido lúdico de Ponç, con la ambivalencia que el nombre de este juego malabar chino tiene con el del diablo

Tras su paso por Barcelona, la muestra viajará hasta el Museo de Arte Moderno de Ceret, donde podrá verse a partir del 3 de marzo y hasta el 27 de mayo.

Joan Ponç