Montenegro comenzó su colección en 1999, cuando compró en una subasta la primera obra, La Índia Carajá de Cândido Portinari. Hoy en día cuenta con una de las colecciones más importantes de arte moderno y contemporáneo de Brasil.

Rodrigo Moura, antiguo director de arte y programas culturales del Instituto Inhotim, es el comisario de esta muestra para la que ha llevado a cabo una selección de más de 200 piezas que muestra los gustos artísticos del coleccionista, que comenzó interesándose por el modernismo brasileño, luego por el arte latinoamericano y el concretismo brasileño e internacional y, finalmente, por el arte contemporáneo.

La exposición muestra una selección de 217 piezas de distintas disciplinas artísticas, con especial representación de la pintura. De entre los 106 artistas seleccionados destacan importantes nombres del arte moderno brasileño como Alfredo Volpi, Lygia Clark, Lygia Pape, Wifredo Lam, Hélio Oiticica, Cildo Meireles, Ernesto Neto; pero también artistas internacionales como Alexander Calder, Andy Warhol o Willem de Kooning.

El título de la muestra se refiere a los dos principales núcleos de obras de la Colección: Visiones de la tierra alude a las obras del modernismo brasileño e iberoamericano que Montenegro adquirió en un primer momento, y el mundo planeado hace referencia a una serie de obras de las vanguardias neoconstructivistas brasileñas que se desdobla en un interés por el constructivismo a escala global.

Carácter abierto y vivo

Estas dos tendencias conviven de manera armónica en esta exposición. Rodrigo Moura ha articulado la exposición en 10 secciones –«Opinión», «Modernismos», «Indigenismos», «Otros constructivistas», «Paulistas y cariocas», «Precedentes y paralelismos», «Informalismos», «Contra-soportes», «Experimental» y «Contemporáneo»–, aunque advierte que el carácter abierto y vivo de la colección permite que sus relatos puedan ser siempre repensados.

El montaje de la muestra ha sido pensado para aprovechar el sistema de paneles móviles de la Sala de Arte Santander creando en palabras de Rodrigo Moura, “segmentos que se interrelacionan y crean paralelismos con la manera en que Luís Paulo Montenegro organiza su colección en su residencia, sobre dos grandes paredes donde las vertientes modernistas y concretas se dividen pero están siempre una frente a la otra”.

Luís Paulo Montenegro, propietario de la Colección, explica que nunca antes había pensado en mostrar su colección, y menos que hubiera alguien interesado en ello, de modo que, por estar en su propio hogar esta muestra constituye una oportunidad única, y añade que “con la realización de esta exposición y la edición del catálogo no sólo se celebra el arte sino que celebramos también la vida y todo lo que esta tiene de bueno”. Montenegro define su instinto de coleccionista como una “mirada en plena transformación”.

Exposición 'Visiones de la tierra / El mundo planeado'.

 

«Amor a primer mazazo»

'Índia Carajá' de Cândido Portinari.

‘Índia Carajá’ de Cândido Portinari.

Luís Paulo Montenegro, uno de los grandes empresarios de su país, vicepresidente y socio del Grupo IBOPE (Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadísticas), que emplea a más de cuatro mil personas en 16 países diferentes, comenzó interesándose por el modernismo brasileño, luego por el arte latinoamericano y el concretismo brasileño e internacional y, finalmente, por el arte contemporáneo.

“Nunca imaginé –recuerda–, cuando entré por primera vez en una importante subasta de arte brasileño, que saldría de allí con la obra que aparecía en la cubierta del catálogo. En un impulso, segundos antes de que el subastador golpease el mazo, levanté el brazo para que me adjudicasen la pieza. Creo que cogí a todos los allí presentes por sorpresa, incluso a mí mismo. Nadie me conocía y yo tampoco conocía a nadie. Nos quedamos así durante algún tiempo, pero en ese momento comprendí que algo había cambiado. Fue amor a primer mazazo. El coleccionismo de arte había entrado en mi vida y ya nunca saldría”.

Con estas palabras, Montenegro describe cómo emprendió hace veinte años esta colección con la adquisición de la primera obra, Índia Carajá de Cândido Portinari. Como grato resultado de este proceso, añade, “coleccioné también nuevos amigos. Decenas de artistas, coleccionistas, especialistas, galeristas, comisarios, críticos… en fin, todos los que forman parte del mundo del arte me enseñaron a recorrer mi propio camino y, por qué no, mi propia identidad”.