Madrid tiene ahora la oportunidad de contemplar una selección de los óleos y dibujos que tienen como protagonista al torero muerto en Linares. Aquella cara lánguida, como al borde del llanto, el gesto solemne, el contraste entre la tristeza de los rostros y el color fulgurante del entorno confieren la peculiaridad de unas obras, las de Velloso, destinadas a pervivir en el espectador.

«Encontrar en plena calle los cuadros de Velloso fue como entrar en el mundo de la inocencia, de los secretos primitivos de las formas y el color. Con trazos firmes y decididos y sin ninguna influencia, los cuadros de Velloso me sorprendieron como si algo nuevo acabase de nacer en el arte, una nueva etapa». Palabras de Antoni Tàpies, quien fuera su maestro y primer eslabón del pintor gallego con el mundo de los toros.

El genio catalán le arrimó a Goya y a los alberos hace casi tres décadas. Desde entonces, Velloso tiene en la tauromaquia uno de sus vehículos de expresión artística. Se sea o no aficionado, merece la pena acercarse a esta peculiar forma de plasmar lo que el ojo y el sentimiento ven.

El encuentro con Tàpies

Por Raúl Velloso

Todavía lo recuerdo, un sábado soleado por la mañana, a la puerta del Museo Picasso, en Barcelona, ya tenía obra suficiente para vender y demasiada para casa. Al rato se acerca una persona de unos cincuenta años, seria, pasa y esboza una sonrisa, continúa andando y no deja de mirar los cuadros, da media vuelta y me pregunta si son míos, a lo cual digo que sí, hace elogios sobre mi obra y se presenta:

– Hola, soy Antonio Tàpies ¿no me conoces?
– Pues no.
– Soy un pintor catalán reconocido, ¿no has oído hablar de mí?

Mi contestación le gustó y dejo sorprendido. Esbozo una nueva sonrisa, ¿de dónde saldría este personaje?, pintor, con una pintura tan inocente, tan personal, tan fácil de leer, y allí en la puerta del un museo, como si tal cosa, Tàpies se mostraba confundido, al momento le pedí que si se podía apartar que tenia posibles clientes, entonces empezó a preguntar, ¿cuánto tiempo llevas pintando? ¿en qué escuela estudiaste bellas artes? ¿qué pintor te gusta? A todo contestaba lo mismo: nada o ninguno.

Cada vez más incrédulo, me invitó a seguir charlando en mi cafetería preferida, la del museo textil, justo enfrente. Allí continuó su incredulidad, pero a la vez contento de este extraño encuentro; me empezó a aconsejar, frases que jamás olvidaré: ¡No vayas a museos ni exposiciones!, ¡No vayas a escuelas de arte!, ¡No veas libros de arte!, en resumen NO TOMES INFLUENCIAS; has nacido en la pintura con lo que muchos pintores mueren sin conseguir un estilo propio, el poder decir de un cuadro con solo verlo, éste es un Velloso aquí y en cualquier continente.