El director de escena Gianmaria Aliverta y el escenógrafo Massimo Checchetto han introducido importantes modificaciones en la producción original de La Fenice para adaptarla al protocolo del Real, manteniendo, eso sí, intacto su concepto dramatúrgico. Así, se ofrecerán 16 funciones con un aforo máximo del 75% de las localidades y con las medidas de seguridad sanitaria implementadas en las 27 representaciones de La traviata el pasado julio, modificadas de acuerdo con la normativa aprobada recientemente por la Comunidad de Madrid.

Para Joan Matabosch, director Artístico del Real, «es de justicia agradecer a Aliverta y a todo su equipo su disposición a sacrificar todo lo necesario para que el Teatro Real pueda inaugurar su temporada avanzando, respecto al concierto semiescenificado que fue La traviata, un paso más en la dirección de conquistar la normalidad. Esta no puede ser todavía una puesta en escena en el sentido pleno, pero tanto la inteligente dramaturgia como la flexibilidad de sus autores para implantarla van a permitir inaugurar la temporada con un espectáculo escenificado. Tras una Traviata en concierto semiescenificado y un Ballo escenificado, pero no del todo, el objetivo es que la siguiente producción, Rusalka, sea ya una de las grandes –y mejores– puestas en escena internacionales que se van a estrenar a lo largo de esta temporada».

Censura

El libreto de esta ópera, obra de Antonio Somma y algo trasnochado para la época, parte de uno anterior de Agustin Eugène Scribe inspirado tangencialmente en el asesinato del rey Gustavo III de Suecia durante un baile de máscaras en la Ópera de Estocolmo. Sucesivos problemas con la censura romana y napolitana obligaron al libretista Antonio Somma a trasladar el trasfondo político de la ópera de la corte sueca a Boston, a finales del XVII.

Aliverta mantiene la trama en Estados Unidos, pero desplaza la acción al siglo XIX, cuando las violentas luchas fratricidas enfrentaban a los estados del norte y del sur. En este contexto de enfrentamientos se enfatiza la tensión política que subyace en el libreto, que tiene, en primer plano, un funesto triángulo amoroso en el que las vicisitudes de los protagonistas son descritas musicalmente con el afilado sentido dramático de Verdi y su inagotable inspiración melódica.

El compositor entrelaza arias, dúos y escenas corales en bloques que conforman grandes cuadros, articulando con extrema habilidad el drama y la comedia, los números de conjunto y los momentos íntimos, el bullicio palaciego y el drama interior de los personajes, manteniendo siempre la tensión en “el más melodramático de los melodramas”, en palabras de Gabrielle D’Annunzio.

Expertos

Nicola Luisotti, primer director musical invitado del Teatro Real, dirigirá su sexto título verdiano al frente de su Coro y Orquesta Titulares, después del enorme éxito obtenido en la pasada temporada con Don Carlo y La traviata.

Luisotti estará al frente de dos repartos de grandes voces verdianas, en los que el papel protagonista femenino (Amelia) será interpretado por cuatro distintas sopranos: Anna Pirozzi, Saioa Hernández, María Pia Piscitelli y Sondra Radvanovsky. Completan los elencos los tenores Michael Fabiano y Ramón Vargas (Riccardo); los barítonos Artur Ruciński y George Petean (Renato), las mezzosopranos Daniela Barcellona y Silvia Beltrami (Ulrica) y las sopranos Elena Sancho Pereg e Isabella Gaudí (Oscar).

Las funciones de Un ballo in maschera cuentan con el patrocinio de Telefónica.