La obra literaria de Puig alternaba la experimentación con la asunción de géneros populares, lo que hizo que Vargas Llosa se refiriese a él como «ese argentino que escribe como Corín Tellado». En El beso de la mujer araña combinaría el formato teatral con las referencias cinematográficas, lo que facilitó la adaptación de la obra al teatro, el cine, la comedia musical y la ópera.

45 años después de la publicación de la novela, la directora Carlota Ferrer la lleva de nuevo a los escenarios, abrazando las referencias cinematográficas de la obra original. Resulta revelador saber que el escritor descubrió el cine viendo desde una sala de proyecciones La novia de Frankenstein, lo que recuerda a la fascinación de Ana Torrent por Frankenstein en El espíritu de la colmena, y explica la devoción de Puig por el cine fantástico, que en El beso de la mujer araña se expresa en la narración de Molina, el preso homosexual, del clásico de Jacques Tourneur La mujer pantera.

Un prodigioso Eusebio Poncela cuenta la película en esta versión teatral. Valentín Arregui, el preso comunista, se deja acunar por las palabras, y la fantasía acerca dos mundos irreconciliables: el del militante de izquierdas, que desprecia la aparente banalidad del diferente, y el de Molina, un mundo superficial que anhela romanticismo y glamour y no entiende el compromiso social de su compañero de celda.

Carlota Ferrer juega con el simbolismo de esa mujer pantera en los movimientos primitivos de Arregui, que Igor Yebra ejecuta como si fuera un felino danzando. Incluso se proyecta una escena del filme de Tourneur: la de la pantera en el zoo, que recuerda al poema de Rilke. El animal enjaulado, dando vueltas sobre sí mismo, simboliza el hambre de libertad de los protagonistas de la pieza teatral.

La representación de una obra como El beso de la mujer araña resulta más urgente que nunca en una Europa donde los partidos de ultraderecha avanzan a pasos agigantados, amenazando con enterrar históricos avances sociales. La obra propone una forma distinta de entender la hombría, esa «nueva masculinidad» puesta de moda por cursos de inteligencia emocional y anuncios del Ministerio de Igualdad, que lleva décadas anidada en el corazón de hombres sensibles, que reclaman su fragilidad y no tienen reparos en aprender de la mujer que encuentran en el espejo.

Precisamente un espejo es uno de los elementos primordiales de la escenografía de la obra. En la celda, el cristal a veces sirve como reflejo, otras como ventana para los caricaturizados guardias y, en el momento más íntimo de la representación, hace las veces de refugio. La unión carnal de los personajes se representa al otro lado del espejo, aportando poesía a la escena. El resto de la escenografía no acaba de convencer, por resultar demasiado pulcra. Lejos de la sordidez que se esperaría en una prisión de esas características, nos encontramos con unos muros blancos, que hacen que nos preguntemos si estamos contemplando una celda o la cocina de un catálogo de Ikea.

Otro momento que no convence es aquel en que, en un momento de penumbra, suenan las voces de los personajes en off, lo que deja un poso de pereza actoral. Los recursos visuales tienen también momentos logrados, como el acierto de mostrar las torturas a Arregui mediante ráfagas de luces estroboscópicas y las armónicas convulsiones de Yebra.

Más allá de estos artificios, que a veces acompañan y otras distraen, El beso de la mujer araña es una hermosa fábula carcelaria, protagonizada por dos seres que se arropan y se protegen de la brutalidad del mundo. Los compañeros de celda aprenderán el uno del otro y saldrán fortalecidos de su vínculo: Molina despertará a la realidad social y Arregui descubrirá su propia fragilidad, y con ello se completará como ser humano.

En el plano interpretativo destaca Poncela, un gigante de las tablas, que aporta humanidad y dignidad al personaje de Molina, logrando la complicidad del público sin caer nunca en la caricatura. Solo por su interpretación ya resulta imprescindible ver esta obra. Pero un vistazo a los periódicos nos bastará para entender por qué es urgente acudir al teatro precisamente ahora.

Reparto
Eusebio Poncela
Igor Yebra

Ficha artística
Autor: Manuel Puig
Dirección: Carlota Ferrer
Ayudante de dirección: Manuel Tejera
Versión (actualización lingüistica): Diego Sabanés
Diseño de escenografía: Eduardo Moreno
Diseño de iluminación: David Picazo
Diseño de vestuario: Carlota Ferrer
Diseño gráfico: María La Cartelera
Espacio sonoro: Tagore González
Productor: Jesús Cimarro
Una producción de Pentación Espectáculos