Brun explica así su propuesta: «Son obras de distintos años, de diferentes formatos y aspectos técnicos que tienen relación con una clave, que es la clave espacial que se genera a través de una serie de planteamientos sobre los que llevo trabajando desde el principio de mi desarrollo procesual. Obras que siempre tienen que ver con la naturaleza, como testigo de una perfección a la que aluden mis piezas de forma recurrente a través de los elementos básicos de la plástica, de la pintura, de la escultura, de la creación… como son el color, la forma, la materia, y la interrelación entre ellas a través de la geometría».

La obra de Brun reafirma su compromiso con un lenguaje experimental y radicalmente abstracto, en un ejercicio de construcción y deconstrucción del lenguaje artístico y de sus procedimientos. Aunque su trabajo pueda remitir a una naturaleza o cosmos trascendente, todo en él es real y definible: el color, la materia, el volumen, el espacio, la luz y la sombra. El objeto creado, híbrido entre pintura y escultura, genera múltiples puntos de vista y lecturas que, a su vez, provocan movimiento, análisis y contemplación.

Con motivo de esta muestra, Juan Fernando de Laiglesia, profesor emérito de Bellas Artes, ha escrito para el catálogo Silbar en la nieve con Rosa Brun, un texto en el que recuerda «que montar una exposición como la que ahora vemos no es ordenar un escaparate sino transmitir cómo las obras están poblando la conciencia. Y hay que decir que ello es posible porque cada obra es una parte de la gran cascada, como cada sílaba soplada es sólo importante por la palabra en la que colabora».

Fernández-Braso ya le dedicó a Brun un primer reconocimiento público en la anterior edición de ARCOmadrid, en la que mostró su obra junto a la de Laffón. Ahora, esta muestra pretende destacar y homenajear su figura, y subrayar la importancia del relevo y de la incorporación de la mujer a instituciones culturales como la Academia.

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Color y materiales

 

El estilo pictórico de Rosa Brun se encuadra en el minimalismo abstracto de los noventa, en línea con el planteamiento de los campos de color de los artistas estadounidenses Josef Albers, Ad Reinhardt o Barnett Newman. En su propuesta estética, el color y los materiales son determinantes. Amplias superficies monocromas se relacionan con el entorno; las extensiones de color se vinculan con el espacio dando lugar a obras envolventes que involucran al espectador, implicando al sujeto en movimiento para la contemplación del objeto artístico.

Desde el comienzo de su carrera artística ha manifestado interés por la interrelación entre la pintura y la escultura, por lo que muchas de sus creaciones se presentan sobre el suelo o apoyadas en la pared, en algunos casos formando estratos y yuxtaposiciones.

La contemplación de la obra de Brun remite a un punto de partida puro, abstracto, de mínimos elementales, tendente a la simpleza conceptual y propiciando la experimentación sensorial aportada por los colores, las texturas y los volúmenes.