La muestra reúne 70 fotografías, seleccionadas por Francesc Polop, que adentran al visitante en el universo de algunos de los más grandes artistas flamencos de nuestro país. Capta, a lo largo de varias décadas, momentos irrepetibles de figuras como Antonio Gades, La Chunga, Paco de Lucía, Pepe Mairena, José  Menese, Lola Flores, Juan Talega, La Piriñaca, Enrique Morente, Mayte Martín o Miguel Poveda, entre otros muchos.

Colita inició en el año 1962 un camino que habría de llevarla, a través de innumerables situaciones, momentos y personajes, a un inmenso espacio del arte llamado “flamenco”. Llega a él de la mano de personas tan importantes en su vida como Paco Rebés o José Caballero Bonald, y se sumerge a través de su cámara en un mar de sensaciones nunca antes experimentadas.

Los poblados de barracas del Somorrostro y Montjuic la adentrarán en el mundo gitano, al que la pobreza y la miseria no le impiden experimentar una alegría que se manifiesta a través del baile y el cante de una forma espontánea y que transmiten una autenticidad y una fuerza increíbles. Todo esto hace mella en una mujer de 22 años que está empezando su andadura en la fotografía.

Este primer contacto le llevará a conocer a la que será una de las mujeres más importantes de su vida: Carmen Amaya, una bailaora que llega desde México para trabajar en la película Los Tarantos y que será la causante de una experiencia que hará que nunca nada sea ya igual en el camino de la búsqueda de la emoción de la fotógrafa.

“Jamás había visto ni sentido nada parecido en mi vida. Algo así como un deslumbramiento y una emoción hasta el llanto… A partir de ese momento, emprendes un viaje que no tiene fin”. Así lo cuenta la propia Colita en su introducción al libro Luces y sombras del Flamenco, una obra fundamental en su carrera como fotógrafa, con textos de Caballero Bonald, y que supone un viaje al mundo del flamenco en su dimensión más cotidiana y familiar. Un viaje compartido con las gentes de una Andalucía que le abre sus casas, sus patios, su vida, en momentos llenos de naturalidad y de una verdad sin artificio como las fotografías captadas por ella.

A partir de aquí, el viaje continuará por los tablaos y los escenarios, siguiendo a todos los flamencos y flamencas que, de una forma u otra, llegan a su vida, buscando siempre aquel momento irrepetible, aquella emoción que le desbordó y que, aunque no se volvió a producir, le permitió fotografiar a artistas que han dejado un gran rastro en su vida y en la historia de este arte.