Joan Matabosch. Fotógrafo: Javier del Real | Teatro Real​.

Joan Matabosch. Fotógrafo: Javier del Real | Teatro Real​.

Para Joan Matabosch, su director artístico, «no debemos sentarnos a esperar a que las cosas se normalicen por sí solas. Los teatros tenemos la responsabilidad de contribuir a conquistar la normalidad con iniciativas proactivas, creativas, evidentamente ajustadas a lo que la evolución de la situación permita en cada momento, porque lo principal es garantizar la seguridad de todos, pero esto no implica quedarse en casa y esperar tranquilamente a que las cosas mejoren. Implica tener el coraje de saber adaptarnos a la situación. Esta Traviata la vamos a hacer por respeto al público y por respeto a los artistas, que no hay que olvidar que se encuentran entre los grandes damnificados por esta situación, y a los que debemos que el teatro haga el esfuerzo de mantener sus compromisos en un momento en el que cancelar ya no es la única opción. Hay otras y tenemos que ser lo suficientemente valientes para adoptarlas».

Escenografía

Partiendo precisamente de la contundencia con la que la distancia de seguridad se está interponiendo entre nosotros, Castaldi ha concebido una ‘escenografía’ marcada por un reticulado de cuadrados de dos por dos metros dibujados en el suelo y proyectados sobre los muros del escenario, ‘aprisionando’ psicológicamente a los personajes en sus espacios.

Los solistas, que guardarán una distancia mínima de dos metros entre ellos, se moverán en 100 metros cuadrados, compartiendo el escenario con el coro, que ocupará 260 metros cuadrados, y con la banda interna (16 músicos que tocan en el escenario), que utilizará, durante su actuación, otros 60 metros cuadrados.

Para unificar y cohesionar la propuesta dramatúrgica sin un diseño previo de vestuario ni tiempo material para realizarlo, Castaldi ha optado por crear una atmósfera vintage, de mediados del siglo XX, en la que se utilizarán trajes del Teatro y de los propios intérpretes y elementos de atrezo del mismo período.

De 19 a 27 funciones

Como las representaciones de mayo no pudieron realizarse, el Teatro Real intentará reubicar en julio a las personas que ya habían adquirido sus entradas para esas fechas. Paralelamente se intentará recolocar a los espectadores de las funciones de julio afectados por la restricción del aforo, que será de 869 localidades, en cumplimiento de la normativa sanitaria.

Así, de las 19 funciones programadas se ha pasado a 27 con aforo reducido, que se ofrecerán del 1 al 29 de julio (el 6 y el 20 de julio no habrá función), con cuatro distintos repartos en la interpretación del trío protagonista: como Violeta, las sopranos Marina Rebeka, Ruth Iniesta, Ekaterina Bakanova, Lana Kos y Lisette Oropesa; como Alfredo Germont, los tenores Michael Fabiano, Ivan Magrì, Matthew Polenzani e Ismael Jordi; y como Giorgio Germont, los barítonos Artur Rucinski, Nicola Alaimo, Luis Cansino y Javier Franco.

Debido a las restricciones de movilidad tanto en España como en los diversos países de procedencia de los cantantes, los ensayos comenzaron el 19 de junio con todos los solistas, a excepción de la soprano Lisette Oropesa, que llegará a Madrid el 13 de julio para participar en las funciones finales.

Experto verdiano

Nicola Luisotti. Foto: Cory Weaver.

Nicola Luisotti. Foto: Cory Weaver.

Junto a los solistas actuarán el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, bajo la dirección de Nicola Luisotti, gran experto verdiano y director musical invitado del Real, quien será el encargado de dirigir 21 funciones, alternándose con Luis Méndez Chávez, que dirigirá seis.

Este es el quinto título verdiano de Luisotti en Madrid, después de Il trovatore (2007), Rigoletto (2015), Aida (2018) y Don Carlo (2019). En septiembre volverá con el sexto, Un ballo in maschera, que inaugurará la próxima temporada.

El pasado 23 de febrero, Luisotti se encontraba en el Teatro alla Scala de Milán a punto de estrenar Il trovatore cuando llegó la orden del Gobierno italiano que interrumpió todo de golpe. La Scala fue el primer gran teatro en cerrar. Ahora, cuatro meses después, será el primero en dirigir una ópera en un gran teatro internacional: «Cuando Joan me llamó no daba crédito. Fue realmente emocionante. Por fin esto iba terminando, porque es verdad que todavía padecemos la pandemia pero nos hace falta el arte. Es imprescindible para vivir. Debemos esforzarnos por volver a la normalidad y el arte es lo que nos va a permitir descartar el miedo. No debemos tener miedo de vivir sino precisamente a no vivir».

Aunque el maestro italiano reconoce que aún estamos en una fase muy temprana insiste en que es «la música la que nos va a permitir volver a la normalidad, a la vida, a la proximidad, a esos abrazos y a esos besos que siempre nos han hecho falta… Es la música la que nos puede transmitir esa cercanía. Como si nos abrazaramos de nuevo, como si nos besáramos como antes. La música en directo ofrece emociones muy profundas que no se pueden sentir de otra forma. Por eso nos va a ayudar a volver a la vida. Yo fui el primer director que cerró un teatro y también voy a ser el que primero abra otro. Voy a ser como el ‘omega y el alfa'».

En el foso, con su máxima dimensión, estará la orquesta con la plantilla completa de la partitura para interpretación de La traviata: 56 músicos tocarán con mascarilla, atril individual y con 1,5 metros de distancia entre ellos. Los instrumentistas de viento tendrán paneles de metacrilato colocados delante de sus instrumentos. El Coro Titular del Teatro Real, con 51 cantantes, interpretará la ópera sobre tarimas, lo que permitirá la optimización del sonido pese a la distancia entre sus miembros.

La traviata será grabada en una coproducción audiovisual entre TVE, MOVISTAR y Teatro Real para su emisión en la segunda quincena de julio. Posteriormente integrará el catálogo de MyOperaPlayer. Las funciones cuentan con el patrocinio de TELEFÓNICA. El teatro ha invertido en su reapertura más de 340.000 euros.

Nación sin cultura no es nación

Por Michael Fabiano, tenor

Michael Fabiano. Foto: Diego Bendezu.

Michael Fabiano. Foto: Diego Bendezu.

«La música y la cultura sobreviven incluso a las peores crisis. Cuando la mayoría de ustedes permanecieron en sus casas, aislados, escucharon buena música y vieron grandes actuaciones con mayor frecuencia que nunca. Después de todo, la música y el arte nos inspiran para prosperar, trabajar duro y vivir más felices. Una nación sin cultura no es una nación. Un mundo sin música no es un mundo. Es un gran honor estar en Madrid para abrir las grandes puertas de la música y de la cultura. La gente se lo merece.

Al discutir sobre reapertura de la sociedad debemos recordar que sin nosotros, los músicos, sin nuestro esfuerzo, sin nuestro sacrifico lejos de nuestras familias y de nuestras patrias y sin nuestra constante dedicación nuestro arte no estaría a la disposición del público. Nosotros, los artistas, somos esenciales. Nuestro trabajo es esencial. Trabajamos a su servicio. Recordemos que en los días buenos y en los malos los artistas damos esperanza a la sociedad, y sin esperanza no hay sociedad. Nos sentimos agradecidos por estar aquí y por servir al bien común, a algo que es más grande que nosotros mismos».