Concebida como una gran instalación, las fotografías están impresas en vinilo cubriendo todo el espacio de la sala 017 de La Térmica. La instalación impresiona visualmente por su colorido y temática. A pesar de que el espectador es incapaz de abarcar visualmente todos los retratos, está garantizado un momento íntimo y delicado cuando se contemplan cada uno de ellos de manera individualizada, resaltando la identidad de cada uno de los protagonistas.

La obra de McGinley ha penetrado profundamente en la imaginería popular. Sus fotografías son fuertemente contemporáneas, pero, sin embargo, tienen la intención de crear y capturar una idealización atemporal. El proyecto Yearbook se inicia tres años antes de la aparición de Instagram, y clasifica, categoriza, desconcierta y celebra lo carnal desde una óptica eufórica y optimista para hacernos sentir un eterno momento de felicidad mientras nos maravillamos por esos ilimitados cuerpos.

Constelación pop

A lo largo de su carrera, el artista ha roto repetidamente las fronteras entre lo público y lo privado. En este caso, se ha empleado una técnica industrial en producción comercial de imágenes para conseguir una visión profundamente personal en cada retrato.

El uso de fondos de colores acaramelados, usados por vez primera en su serie Animals, y esta manera pop de exponerlos, a modo de pósters pegados a la pared, invitan al espectador al irresistible disfrute de las fotografías. El efecto abrumador de la constelación de retratados expuestos en la instalación es una de sus sinergias emocionales y estéticas. Los pósters se van superponiendo físicamente unos a otros, generando un sentido de unidad global.

Yearbook demuestra la extraordinaria capacidad de McGinley para generar un clima emocional en el observador a la hora de enfrentarse a los individuos que aparecen en las imágenes. El fotógrafo induce con su obra no solo la contemplación de una imagen o su comprensión, sino que abre la puerta de la trastienda emocional de la condición humana.

Mario Martín Pareja, uno de los comisarios de la muestra, explica que el trabajo comenzó en 2008 y que este joven artista se caracteriza por esa filosofía del «Do it yourself» (hazlo tú mismo) que lleva impregnada en el ADN de la generación fotografiada. Así, cuenta que McGingley, con 22 o 23 años, hizo su propio libro de fotografía, un fanzine que empezó a regalar a gente que respetaba en el mundo del arte, lo que le sirvió de trampolín para su carrera.

El artista

Ryan McGinley estudia Diseño Gráfico en la Escuela Parsons y tras autopublicar el libro The kids are alright con las fotos de las bacanales de sus amigos artistas, grafiteros, skaters y músicos de Nueva York, se convierte a los 26 años en el artista más joven en tener una exposición individual en el Museo Whitney. Sus íntimos retratos revelan las subculturas de los jóvenes contemporáneos con una mirada honesta. Siempre se le ha comparado con Nan Goldin, Wolfgang Tillmans y Larry Clark. Su obra ha sido exhibida en los mejores museos y galerías del mundo.

En los últimos años las fotografías de Ryan McGinley se han expuesto en galerías y museos. Ha tenido exposiciones individuales en el MoMA PS1 de Nueva York (2004) y aparece en las colecciones públicas en el Museo Guggenheim de Nueva York, el San Francisco Museum of Modern Art y el Museo Whitney de Arte Americano de la ciudad neoyorquina. En 2007 exhibió Irregular regulars en Team Gallery, en SoHo. El fotógrafo ha trabajado además con artistas internacionales como Sigur Ros, M.I.A., Beyoncé, Katy Perry y Marion Cotillard, entre muchos otros.