Paco Dalmau. ‘Evolution 60 XIV’. 2025.

En esta muestra, la pintura se transforma en volumen, emoción y experiencia visual, y lo hace a través de obras de sus series Evolution (pintura/escultura) y Borderline (escultura/pintura), dos líneas de investigación aún abiertas en las que combina pintura, escultura y simbolismo emocional.

A través del uso del color, la materia y el volumen, Dalmau aborda temas como la transformación personal, la salud mental o la identidad visual. Una obra que no se mira: se experimenta.

Paco Dalmau. ‘Evolution 125 I’. 2025.

Junto a la obra del villarrealense, la muestra incluye el trabajo del artista neerlandés Jochem Rotteveel, que explora el límite entre lo pictórico y lo escultórico. Su presencia crea un diálogo visual que enriquece la propuesta, estableciendo una conversación entre dos formas radicales de entender la pintura contemporánea.

Verging, en suma, invita a explorar los límites de la pintura y a experimentar una propuesta que desafía las convenciones, fusionando diferentes lenguajes y medios en un diálogo abierto y emocional.

La obra de Dalmau, con ecos del formalismo europeo y una marcada sensibilidad cromática, se ha expuesto y está en las colecciones de museos como el Stedelijk Museum, el Museum Belvedere o el Centro de Arte Hortensia Herrero, y ha participado en numerosas ferias nacionales e internacionales.

Transformar

Paco Dalmau

«No pinto para representar, sino para transformar. Cada obra es una conversación entre el color, la materia y la emoción»

Mi trabajo nace del deseo de explorar los límites de la pintura, de llevarla más allá del plano, del marco, de lo estrictamente visual. Cada obra es un circuito emocional, una huella material del proceso interno que la origina. Pinto para entender cómo se transforma la identidad, cómo se expande la percepción, cómo dialoga el color con la memoria. La serie Circuitos, y sus ramificaciones (Evolution, Borderline, Revolution, Return), son una travesía en la que la pintura se convierte en escultura, instalación, incluso en gesto arquitectónico. La materia cobra volumen, se pliega, se resiste. Trabajo desde la intuición, pero con un método meticuloso que me permite construir piezas que son tanto visuales como físicas, tanto simbólicas como sensoriales. El color en mi obra no es decorativo. Es lenguaje. Influenciado por la psicología del color y los estudios de Eva Heller, Plutchik o Itten, utilizo el cromatismo como código emocional para abordar temas como la salud mental, la autoimagen o el cambio personal. Cada obra es, en el fondo, un reflejo de la fragilidad y la fortaleza que todos compartimos. Trabajo con y contra la materia. Dejo que me hable y que me confronte. Mis piezas no buscan respuestas, sino abrir espacios de experiencia y conexión.