Wainwaright acaba de llegar a Madrid para cumplir con la cita que tiene este lunes, 22 de julio, en el Teatro Real, justo el día que cumple 40 años. Antes de comenzar los ensayos, confesaba que se siente muy honrado y agradecido ante la coincidencia, ya que España ha entendido su música desde el princpio de su carrera. Eso sí, «preferiría cumplir 30 años y no 40», bromea.

Para él, España o Irlanda son países con gran presencia de la música tradicional, del folclore, a diferencia de países como Francia o Italia, que se han desligado de alguna forma de su tradición musical. Él viene del folk y por eso cree que algunos países pueden comprenderle mejor. «Es curioso que en Francia, a pesar de hablar perfectamente francés y de vestirme con todo tipo de camisetas raras y francesas, les ha costado entenderme», afirma.

«El suelo de la cocina era un escenario para mí»

Hijo de músicos, «cuando era niño el suelo de la cocina era un escenario para mí y para mi hermana», descubrió el mundo de la ópera en un momento complicado, cuando era adolescente y cuando supo que era gay. «Fueron años muy conflictivos, me hacía sentir bien y desde entonces no la he abandonado, aunque siempre he mantenido una relación tempestuosa con ella».

«Realmente, cualquiera que esté metido en el mundo de la ópera sabe que es la ópera la que lleva a uno. Siempre es la ópera la que te elige y no tú a la ópera. Es ella la que manda sobre la persona». En su vida es especialmente importante el Requiem de Verdi. Supuso un antes y un después y reconoce que le convirtió en otra persona. Su marido es alemán y le gusta mucho Wagner. Le respeta por ello, sin embargo, «Strauss es el punto medio, el quilibrio», bromea nuevamente.

«Bautismo de fuego»

Prima Donna es su primera ópera. Sobre ella gira la primera parte del concierto del lunes, donde le acompañarán las sopranos Kathryn Guthrie y Janis Kelly bajo la dirección musical de Johanes Debus y la Orquesta Titular del Teatro Real.

La segunda parte del programa es muy variada y versará entre diferentes canciones pop como Vibrate, Little Sister, This Love Affair, otros temas propios de Rufus, Les nuits d’Été, op.7 nº 2, 4 y 6, de Berlioz; un aria de Così fan tutte, de Mozart; y Carousel: If I loved you, de Rodgers & Hammerstein.

Prima Donna se estrenó en Manchester en 2009 en lo que para Wainwaright fue un «bautismo de fuego» porque «todos los críticos de ópera del mundo tenían los ojos sobre mí». Después se estrenó en Londres y Toronto. En 2011 ganó un premio Dora y en 2012 llegó a Estados Unidos. Está ambientada en el París de los años 70 e inspirado en la soprano Maria Callas.

En la actualidad, aunque no ha podido hacer un anuncio oficial, el cantante prepara otra ópera que trata de «un español antes de que España fuera España. En ella salen hombres vestidos de mujeres… y no puedo decir más», concluye.

«No entiendo bien al público pop»

Habla mucho sobre la unión de pop y música clásica. Piensa que la situación es complicada porque «el mercado de la música atraviesa un mal momento», pero afirma que al final «lo que importa es la calidad del trabajo, si la canción es buena no hay ningún problema en fusionarla con algo más clásico».

Acerca de las diferencias entre ambos públicos, para él, el clasico está viviendo una ruptura. Se encuentra muy inestable, aunque en el fondo cree que es un momento de oportunidades, donde hay lugar para la emoción y para el reto, algo que le gusta especialmente.

Por su parte, el público del pop es «mucho menos constante». «No lo entiendo bien y no puedo decir por qué», afirma. Entre medias, desea borrar las líneas entre ambos estilos y meter todo en el mismo concierto, tal y como hará el lunes, para el que las entradas están agotadas desde hace días.