Tras la presentación de la obra, el jefe de Conservación de Pintura italiana y francesa (hasta 1700) del Museo del Prado, Andrés Úbeda de los Cobos, que está ultimando el catálogo razonado de este pintor en el Prado, ha impartido en el Museo una conferencia centrada en esta obra y su creador.

Luca Giordano (Nápoles, 1634-1705), conocido también como Lucas Jordán o como “Luca fa presto”, es uno de los pintores más complejos del ámbito napolitano del siglo XVII. Su figura ha sido tradicionalmente menospreciada por aquellos que no entendieron dos rasgos característicos de su arte, que ahora constituyen elementos muy valorados. El primero es su capacidad para imitar e, incluso, falsificar obras de otros artistas, que a ojos de sus críticos mostraba su falta de creatividad. El segundo elemento negativo fue su increíble rapidez de ejecución, por lo que fue tildado de artista banal. No obstante, la crítica contemporánea ha superado estos prejuicios y ve en Giordano uno de los artistas de ámbito italiano más dotado y versátil.

Formado inicialmente en el entorno de Ribera, cuyo estilo imitó en un primer momento, fue atraído después, tras un viaje por Roma y Venecia, por la pintura del Veronés, quien le influirá decisivamente a partir de entonces. A finales de la década de 1670 comenzó a trabajar en grandes decoraciones murales, como las que le llevaron en 1692 a Madrid, donde llegó invitado por Carlos II para pintar las bóvedas de la Basílica del Escorial. Aquí permaneció el artista hasta 1702, momento en que regresó a Nápoles, donde fallecería tres años después.

La obra que ahora se presenta corresponde precisamente a este periodo español. En ella se desarrolla una doble iconografía: el tema de la Trinidad en la Tierra es el principal y como tema complementario Giordano introduce el de la Predicción de la Pasión, expresado por medio de la cruz elevada por ángeles y a la que se dirige la mirada de Jesús. Todo ello ambientado en una atmósfera dorada y con predominio de tonos cálidos y luminosos. Similar composición, aunque con ligeras variantes, es utilizada en dos dibujos conservados en la Galería de los Uffizi de Florencia y en el British Museum de Londres.

Séptimo depósito

La Trinidad en la Tierra es el séptimo depósito temporal indefinido de Pérez Simón en el Museo de Bellas Artes de Asturias, donde viene a completar las colecciones de Arte Barroco.

El primero de ellos fue El Xatín, una obra pintada en Asturias por Joaquín Sorolla en 1902 y depositada en el Museo en enero de 1997. Once años más tarde ingresaron otros cuatro cuadros: La presentación de Cristo en el templo, de Paolo Caliari, el Veronés (en colaboración con Alvise Benfatti), datado a principios de la década de 1580; La temprana carrera de Murillo. 1634, realizado por John Phillip en el año 1865 y Por los muertos, de hacia 1894, pintado por el asturiano Darío de Regoyos, además de Niña tocando el tambor, un cuadro de 1837 de Antonio María Equivel. Por último, en febrero de 2011 lo hizo el lienzo La cocina, de hacia 1780, de Ramón Bayeu, modelo o cartón para el tapiz que se encuentra en el Palacio de la Granja de San Ildefonso.

La Trinidad en la Tierra, hacia 1692-1702, de Luca Giordano (Nápoles, 1634 – 1705). Óleo sobre lienzo, 147'5 x 204 cm. Depósito de la Colección Pérez Simón.

La Trinidad en la Tierra, hacia 1692-1702, de Luca Giordano (Nápoles, 1634 – 1705). Óleo sobre lienzo, 147’5 x 204 cm. Depósito de la Colección Pérez Simón.