Panero falleció el pasado lunes y este miércoles ha sido incinerado en Palafrugell en una ceremonia íntima. Desde 1985 vivía con su esposa en el pueblo de Torroella de Montgrí y no había escrito ninguna nueva creación en la última década.

Perteneciente al grupo de poetas surgidos en los años setenta, la obra de Juan Luis Panero es una visión continua, poderosa y sublime de la nostalgia y el recuerdo. Su espíritu rebelde y viajero lo llevó a deambular por diferentes países de América, dándole la oportunidad de conocer a grandes escritores como Octavio Paz, Jorge Luis Borges y Juan Rulfo, entre otros.

En 1976, Jaime Chávarri dirigió la película El desencanto. En ella, su madre, Felicidad, y sus tres hijos (Juan Luis, Leopoldo María y Michi) hablan sobre el padre ausente y de sus complejas relaciones familiares. Fue la última película mutilada por la censura en España.

Obra poética

Su irrupción en la poesía española contemporánea se inició en 1968 con la publicación del libro A través del tiempo, al que siguieron Los trucos de la muerte, en 1975; Desapariciones y fracasos, en 1978; y Juegos para aplazar la muerte, en 1984. Antes que llegue la noche (1985) le proporcionó el Premio Ciudad de Barcelona. En 1988, con Galerías y fantasmas, obtuvo el Premio Internacional de Poesía de la Fundación Loewe. Sin rumbo cierto, XII Premio Comillas de Biografía, Autobiografía y Memorias, y Enigmas y despedidas, publicado en 1999, son sus últimas producciones. En 2009 Ediciones Vitruvio publicó La memoria y la muerte, una antología que recogió toda su obra poética editada hasta entonces.


Autobiografía

Por Juan Luis Panero

Una casa vacía, otra derrumbada,
un niño muerto al que le cuentan cuentos,
despedidos fantasmas que se desvanecen,
ceniza y hueso, piedras derrotadas.
Cuartos alquilados, repetidos espacios fugaces,
las huellas de los cuerpos en las sábanas,
una pesada resaca sin destino,
voces que nadie escucha, imágenes de sueños.
Innecesarias páginas, gaviotas en la ventana,
mar o desierto, blancos despojos,
signos y rostros en la pared de la memoria.
Sucias pupilas de sol en México, tercos
los ojos redondos de la calavera
contemplan pasado, presente, futuro,
sombras tenaces, metáforas gastadas.
Miro sin ver lo que ya he visto,
humo disforme que se esfuma,
invisible mortaja bajo nubes fugaces.
Humo en la noche y la nada instantánea.

 

Luis Cernuda

Por Juan Luis Panero
En Madrid, donde me dieron la noticia de tu muerte,
en Sevilla, años después, en una extraña primavera,
en Londres, repitiendo tantas veces
el sonido de tu voz, el roce de tu mano.
En Nueva York, mirando caer la nieve
–junto aquel cuerpo que tanto quise–,
y en México, bajo la lluvia, frente a la piedra rajada,
que nada guarda sino tu nombre y la ceniza de un recuerdo,
has estado conmigo, fantasma de un fantasma.
Y esta tarde de Roma –en la casa en que muriera Keats–,
bajo la luz transparente de principios de otoño,
he vuelto a sentir, casi un temblor, tu presencia,
la terca pasión de tu memoria,
algo remoto y familiar como tu fotografía.
Que esa presencia, esa memoria me acompañen
hasta el día en que sean reflejo fiel,
testimonio inútil de un sueño derrotado
y una mano cierre mis ojos para siempre.