Es un grande de España pese a tener sus enemigos, claro. ¿Acaso se puede ser alguien en este mundo sin un par de odiadores profesionales? Son ésos que gastan más tiempo en acusarle de maquillar su biografía (que si es falso que sobreviviera a un fusilamiento, que si actuó gustoso para Franco…) que en disfrutar de sus genialidades y comprobar lo bien que aguantan el paso de los años.

Es un grande de España haciendo reír, como lo fueron un poco antes que él Edgar Neville, Tono, Enrique Jardiel Poncela o Miguel Mihura, que además fueron sus maestros. Un grande que coincidió en el tiempo con otros grandes indiscutibles como Luis García Berlanga, Rafael Azcona, Antonio Mingote o Fernando Fernán-Gómez. Un grande que perfeccionó el monólogo de la comedia cuarenta años antes de que hubiera en España casi más monologuistas que parados. Un grande de la cultura de este país que, a juicio de otro grande, jugaba en la liga de los más grandes: “Su recuerdo perdurará a través de los tiempos entre las majestades humorísticas españolas, los Reyes Magos del Humor: Cervantes, Quevedo y Gila”. El autor de estas líneas es Antonio Fraguas, Forges, y las escribió para un libro homenaje publicado en 2011 coordinado por Juan Carlos Ortega y Marc Lobato.

Ocho años después nos ha llegado otra celebración en letra impresa, esta vez orquestada por Jorge de Cascante con la complicidad de la editorial Blackie Books, que es un festín para todos los públicos: para los que disfrutan de los bellos libros que pueden abrirse por cualquier página y nunca decepcionan, para los que se saben de memoria los monólogos de Gila y para los que por cuestiones de edad no han oído hablar nunca de él y ahora buscan sus videos en YouTube y alucinan con el tipo –traje negro y camisa roja– que sale al escenario con un teléfono antiguo a charlar con el enemigo, relatar las bromas de su pueblo o explicar cómo detuvo a Jack el Destripador.

Aparte de recopilar y ofrecer numerosas fotografías e incluir recortes de prensa, anuncios, carteles de películas y galas, y multitud de viñetas dibujadas para La Codorniz y Hermano Lobo, entre otras publicaciones, el libro es, sobre todo, una oportunidad para descubrir al enorme escritor y observador superdotado de la realidad que fue Gila. Una oportunidad para apreciar con calma lo bien que maridaba el humor absurdo y surrealista con la sencillez de su estilo y con esa mirada infantil que nunca perdió. “Mi sistema de hacer humor consiste en unir la ingenuidad de los niños con la maldad de los hombres”. Hay pasajes que recuerdan al Plácido de Berlanga, como ese Monólogo de la caridad cristiana, y otros en cambio que parecen textos ideados ayer mismo por Joaquín Reyes, como cuando nos cuenta Algunas observaciones del número siete.

Si los buenos humoristas que escriben pueden disparar con gracia varias veces en la misma página y dar en más de una ocasión en la diana, entonces de Gila diremos que tiene párrafos en los que parece redactar con metralleta y no desperdiciar ni un tiro. Sirva de ejemplo ese párrafo en el que, al nacer solo en casa y necesitar que alguien le diera urgente de mamar, decide bajar y comunicárselo a la portera. “Me dio de mamar la portera, pero me dio de mamar poco, porque la pobre ya no estaba ni para un cortao. De joven había dado de mamar a once niños y a un ingeniero, que ni se casó con ella ni nada, un desagradecido. Que además me enteré luego de que era un tragón, mojaba ensaimadas en la teta”. Casi un giro cada dos palabras.

La calidad de cuanto escribió está presente en sus relatos, en sus dibujos y, de manera muy especial, en sus libros autobiográficos Y entonces nací yo y Memorias de un exilio. Ahora, con El libro de Gila publicado este año podemos apreciar mejor que nunca cómo destiló buena parte de su vida y de cuanto vio a su alrededor –el frío de Madrid cuando eres pobre, el absurdo de la guerra, el horror de la cárcel, la miseria y las diferencias de clase, la violencia machista…– en monólogos, relatos y viñetas hilarantes y realistas que forman parte del mejor humor hablado, grabado, escrito y dibujado nunca en España. Nadie como él para encontrar el punto divertido a las cosas tristes y para contar cosas graciosas con un poso de tristeza. Lo dicho: un grande de España.

El libro de Gila. Antología tragicómica de obra y vida
Miguel Gila
Edición de Jorge de Cascante
Editorial Blackie Books
416 páginas
24,90 euros