Profundamente documentado, y dando un paso más allá de la mera biografía, las páginas están plagadas de sorpresas y revelaciones que nunca han sido compartidas por el escritor, así como enseñanzas que a menudo saltan del campo de la literatura para hablarnos de la vida misma. Las conversaciones entre Auster y Siegumfeldt, profesora de la Universidad de Copenhague, se iniciaron en el año 2011 y se han desarrollado a lo largo de cinco años, cubriendo todas las obras narrativas del autor, así como los temas y obsesiones que las atraviesan.

«Caigo en la cuenta de que llevo cincuenta años escribiendo en serio. Ha sido una larga travesía. A veces me pregunto: ¿Por qué hago esto? ¿Qué sentido tiene escribir libros, pasarme así la vida? La única explicación a la que he llegado es que para escribir tienes que darlo todo. Es un esfuerzo total y has de exponerte por entero, tienes que dar y dar y dar».

Auster plantó sus primeras huellas en la escena literaria en la década de 1970 a través de unos poemas «frágiles como esquirlas de cristal que se incrustan en la piel del lector». A partir de los años 80 se centró en la prosa para levantar un corpus narrativo que incluye 17 novelas y cinco libros autobiográficos que lo han convertido en uno de los autores contemporáneos más universales y leídos.

Sobre las conversaciones gravitan 11 temas principales: El lenguaje y el cuerpo, La palabra y el mundo, Espacios blancos, Ambigüedad, Desposesión, Confinamiento, Objetos abandonados, Perspectiva narrativa, Parejas masculinas, Norteamérica y Experiencia judía. Pero también aflora el cine, la política, el béisbol, la ciudad, el silencio, la memoria y la mujer.

Claves

De todo lo hablado se desprenden claves que atraviesan toda la obra del autor. Máximas que responden a:

– No existe el estilo, pues “cada libro tiene una música distinta. El sonido de cada libro depende de los elementos del relato».

– Escribir sin ego, pues «me siento con frecuencia al borde del fracaso. En realidad siempre estoy en la incertidumbre».

– Olvidarme de los estudios literarios, pues «mi educación literaria acabó bloqueándome. Era más una carga que una ayuda. Creía que toda novela tiene que estar completamente resuelta de antemano, que hasta la última sílaba debía producir una especie de eco filosófico o literario, que una novela era una gran máquina de pensamiento y emoción que podía analizarse hasta el último fonema de cada frase. Tardé en comprender la importancia de la espontaneidad y la inspiración súbita”.

– No dejarme arrastrar por la identidad de los personajes pues todo ser humano es un espectro. “Una buena parte de nuestra vida la vivimos en el centro, pero hay momentos en que fluctuamos hacia los extremos, y recorremos ese espectro de matices de un color a otro en diferentes momentos, en función del estado de ánimo, de la edad y las circunstancias”.

– Buscar la imaginación. «Si te pasas todos los días de tu vida sentado en una habitación frente a una mesa con una hoja de papel delante, al final tiene que afectarte. Empiezas a pensar en el entorno y el mecanismo que utilizas para explorar el mundo interior y el exterior. Así es como puede florecer la imaginación, sobre todo en esas condiciones tan austeras: mesa, sillón, página, pluma y una persona sentada a esa mesa”.

– Ser humilde y citar y ser generoso con los otros. “No me refiero exclusivamente a la familia y los amigos, sino también a las personas cuyas obras has leído. Forman parte de quién eres. En determinado momento, comprendí que un libro sobre la soledad tiene que ser, en cierto sentido, una obra colectiva. Por eso cito tan libremente a otros autores, porque forman parte de las conversaciones internas. Hablo con ellos, y ellos hablan conmigo. Es un diálogo con otros escritores. Todos son autores que significan mucho para mí”.

– Desde dentro. “Todo viene de dentro y sale fuera. Nunca al contrario. La forma no precede al contenido. El material mismo encontrará su propia forma a medida que lo vayas trabajando”.

– Reflexiona finalmente Auster: «En cierto modo, cada libro ha sido mejor que el anterior. O más bien, me he esforzado en llegar a una comprensión de lo que hago y de lo que intento decir. Fracasando mejor, por decirlo así. ¿Tiene sentido?»

– Y miente al afirmar: «No me siento cualificado para hablar de mi propia obra. Soy eternamente incapaz de discutirla con la menor inteligencia crítica». Podrá comprobar que miente como un bellaco quien se acerque a Una vida en palabras y tenga la oportunidad de esclarecer los orígenes, los intríngulis creativos y la vida de los libros de un autor que ha cautivado a millones de lectores de todo el mundo en casi cincuenta idiomas.

Paul Auster. Una vida en palabras
Conversaciones con I.B. Siegumfeldt
Traducción de Benito Gómez Ibáñez
Seix Barral
416 páginas
21 euros