Una de aquellas cabeceras de referencia fue Cairo, el “neotebeo” que acogió a muchos de los mejores autores del momento y que brilló durante toda la década de los ochenta con una propuesta decididamente renovadora. La editorial Efe Eme ha puesto recientemente en circulación Conocerlo es amarlo. Las entrevistas de Cairo, que recoge las entrevistas que Victoria Bermejo (polifacética activista cultural que desde los primeros años ochenta ha hecho cine, literatura, publicidad y televisión, entre otras cosas) hizo en su día a la plana mayor de los autores de la revista.
«La idea —explica Bermejo— fue de Juan Puchades, que la verdad es que todas las cosas que se le ocurren están muy bien, sobre todo porque hace lo que quiere, lo que le gusta. Me llamó hace como un año y me propuso la idea, y a mí me pareció perfecto, claro, porque no hay nada que me guste más que reivindicar esa época». Una época trascendental para el sector de la historieta, que en España comenzaba una especie de edad de oro: «Hay algo ahí generacional, con mucha energía, mucho entusiasmo que visto con la perspectiva de ahora resulta muy impresionante. Creo que fui muy afortunada de participar en esa historia, en un momento en el que, además, pasaban muchas cosas en otros ámbitos. No había muchos medios, pero había ganas, mucha imaginación, mucha energía».
Lejos de lo que acaso pudiera parecer, Bermejo rechaza cualquier atisbo de nostalgia en el proyecto: «Nostalgia, cero. Creo que lo que todo lo que sale ahí tiene la misma validez que en la época en la que se escribieron esas entrevistas. Pero reivindicar la época, por supuesto, eso seguro. Es muy bonito ver la tremenda ilusión, esperanza e inteligencia que ponen absolutamente todos los que estaban ahí. Cuando lees las entrevistas te dan ganas de aplaudir. Yo tengo toda la colección de Cairo, pero, como te decía, no soy una persona nostálgica y la verdad es que no la había vuelto a abrir desde entonces. Para preparar el libro sí que las volví a leer, claro, y me echaba a llorar, pero no de tristeza o de melancolía, sino de puro placer. ¡Qué gusto haber podido estar cerca de todos estos señores!».

Victoria Bermejo. Foto: © Ana Portnoy.
Todo sucedía a toda velocidad, casi sin que diera tiempo a darse cuenta de la trascendencia de aquel trabajo: «La verdad es que éramos muy poco conscientes, aunque tengo que decir que yo sí sentía una especie de inquietud por conseguir que aquellos pequeños o grandes genios fueran famosos, pero no famosos del Hola, sino gente importante en el mundo de la cultura y el arte, que es lo que realmente eran. En lo que a mí respecta, mi función como periodista era esa: contribuir a dar a conocer todo ese talento. Teníamos esa intuición de que teníamos algo grande entre las manos, pero no fuimos realmente conscientes hasta mucho tiempo después. Todos estábamos muy felices, muy contentos y con muchas ganas; no nos parábamos a pensar en si tendría trascendencia o no».
En España sí había una cierta tradición de tebeo clásico y también hacía algún tiempo, desde comienzos de los setenta, en el que funcionaba razonablemente un movimiento de cómic underground, pero es en el cruce de aquella década con la de los ochenta cuando se produce la gran renovación de la escena del tebeo en España: «Había, desde luego, algunos antecedentes interesantes, pero es entonces cuando empiezan a publicarse en España cosas buenísimas de Europa, sobre todo de Francia, e incluso de Estados Unidos. Y aquí, casi de la noche a la mañana, hay un montón de gente que lee Pilote, que lee Metal Hurlant y otras revistas. Había mucha comunicación con otros países, sobre todo con Francia, que era de donde venía buena parte de las cosas más interesantes e innovadoras. Además, en esta época el cómic aborda la vida cotidiana, lo que estaba sucediendo entonces, y no solo en las grandes ciudades, como Madrid y Barcelona, sino en lo que pasaba en toda España. Hasta esa época el cómic al estilo de 1984 o Totem, o incluso las historietas de Bruguera, iban de grandes aventuras fantásticas… ahora no; estos tíos cuentan lo que les pasa en su vida cotidiana, y están al tanto de todo lo que está pasando, de todas las cosas nuevas que suceden en España, pero también en París, en Nueva York».
La realidad es que el sector se consolida y se establece una escena muy potente: «Supongo que es la confluencia de muchos factores, pero lo cierto es que sí se produce en muy poco tiempo un fortalecimiento, con la aparición de nuevas revistas que empiezan a vender tiradas muy importantes, con la aparición de ferias y salones del cómic, la celebración de exposiciones, fanzines… yo lo veo como si te has pasado toda la vida leyendo a Agatha Christie y de repente descubres a Kafka. De forma inesperada, encuentras una publicación que cada mes te habla directamente a ti, de las cosas que te interesan, y eso es un lujo, claro. Te sientes especial y, sobre todo, tienes algo que te apela directamente, que te emociona y que te divierte. En Cairo pasabas de Pere Joan a Micharmunt, luego tenías a Mique, a Sento, a Montesol, luego tenías el artículo de Ramón de España o de Ignacio Vidal-Folch… eso era un pleno al diez, un verdadero lujo».
Otra peculiaridad de Cairo es que refleja la conexión que se da entre el cómic y la música: «La verdad es que estaba todo unido: la pintura, fotografía, música, cómic, ilustración… pero sí, la música y el cómic siempre tuvieron una conexión particular. Por ejemplo, había muchas portadas de discos que las hacían ilustradores o dibujantes de cómics, y en muchas historietas que se hacían entonces la música era muy protagonista. Otra cosa importante era la relación entre las diferentes ciudades, sobre todo Madrid y Barcelona. Eran ciudades jóvenes que se querían. Eran ciudades hechas para jóvenes, donde el joven podía encontrar una casa. Puede que no tuviera calefacción ni agua caliente, pero encontrabas una camaradería que hacía la vida más fácil y también más divertida».
Escribir y dibujar para adultos coincide con una mejora del estatus del cómic, que, por fin, pasa a ser considerado un asunto «serio»: «Me siento muy identificada con eso. Lo que pretendíamos es darle la categoría que creíamos que tenía. Sacábamos pecho por el cómic, por que se lo considerara como una disciplina artística a la altura de cualquier otra. Es que un tebeo puede ser igual de importante o valioso que un disco, una película o una novela. Creo que todos estos autores que aparecen en el libro, a los que yo tuve la suerte de conocer y tratar, son artistas como la copa de un pino. Algunos de ellos han pasado a otras artes, haciendo cine o pintura u otras cosas y quizá eso contribuyó también a que se le diera más importancia, pero eso es muy injusto».
Es Tha —uno de los autores entrevistados en Conocerlo es amarlo— quien en su entrevista defiende que el cómic no es que sea un arte, sino que son dos, porque une el de contar historias y el de dibujar, «y tiene toda la razón. También no sé si fue Ramón de España o —el escritor y editor— Basilio Baltasar quien dijo que el cómic es el cine de los pobres, porque no se necesita una gran producción ni mucho dinero para hacer una gran obra de arte. Pero sí que empezó a tener otra consideración. De repente, tú quedas muy bien llevando un Cairo en la mano. Era un poco como lo que contaba David Bowie cuando empezaba a moverse por los garitos de Londres, que se ponía un libro asomando en el bolsillo de la chaqueta para resultar más interesante. Pues el Cairo entonces era algo así, algo que te hacía más atractivo”.
La misma idea de que Cairo decidiera publicar entrevistas con sus autores demuestra que ellos mismos empiezan a tener relevancia por sí mismos, al margen de su trabajo. La dirección de la revista entiende que a la gente le interesa leer sus opiniones: «Claro, interesa su obra, pero también su vida, sus opiniones, sus gustos… Como decía antes, era gente muy ingeniosa, muy imaginativa, y por eso nos parecía una buena idea hacer esas entrevistas. Valía la pena conocer un poco más a aquellas personas tan creativas e interesantes».
Conocerlo es amarlo. Las entrevistas de Cairo
Victoria Bermejo
Entrevistas con Coll, Daniel Torres, Gallardo, Guillem Cifré, Ignacio Molina, Micharmut, Mique Beltrán, Montesol, Pere Joan, Ramón de España, Roger, Sento y Tha. Prólogo de Álvaro Pons
Efe Eme. 160 páginas
Formato: 14 x 21 cm
Blanco y negro
17,58 euros
















