Poniatowska es la cuarta mujer que logra el más importante reconocimiento que se otorga a un escritor en lengua castellana, y como ella misma recordó, «la primera mujer que va a subir al estrado a recogerlo», pues por distintos motivos ni María Zambrano, ni Dulce María Loynaz, ni Ana María Matute pudieron hacerlo en su día.

Servir al mundo

En la presentación del encuentro en la BNE, moderado por José María Lassalle, el secretario de Estado de Cultura señaló que “hablar de Elena Poniatowska es tanto como elevar el periodismo a la condición de una más de las bellas artes. Su escritura variante y comprometida con la crítica y la transgresión establecida ha logrado enhebrar un estilo en el que la precisión de lo escrito demuestra como la palabra, cuando está bien elegida, hurga en la realidad y desvela la opresión, la prepotencia y la miseria, sin renunciar a la estética que encierra la belleza de lo bien escrito».

Sobre periodismo fueron las primeras palabras de Poniatowska que reivindicó el papel «crucial, decisivo en el mundo de hoy» de quienes han hecho profesión «de esta forma de servir al mundo». El periodismo es muy útil, «porque es una gran lección de modestia y humildad. Al menos en mi tierra, en México, donde son muchísimos los periodistas que tienen situaciones muy duras y terribles, en un país que es de los más peligrosos del mundo para la prensa. Sobre todo en la frontera con Estados Unidos, ligada al problema del narcotráfico. Pero el periodismo tiene que comprometerse con las grandes causas; con las causas nobles. Sin ese periodismo estamos perdidos».

García Márquez

Amiga personal, «desde hace muchos, muchos años», de Gabriel García Márquez, Poniatowska recordó al recientemente fallecido escritor: «Fue una persona extraordinaria y un escritor descomunal al que los hispanohablantes le debemos todo. Lo que ha hecho por América Latina es único pues le ha dado unas alas que antes no tenía. Logró que nuestra lengua volara por todo el mundo. García Márquez ha sido traducido a todos los idiomas, y es admirado por todos. Cuando el lector acaba sus libros sabe que le amará para siempre. Estaremos siempre en deuda con él».

«La cultura es el bien más preciado que un pueblo puede ofrecer. Nosotros, los mexicanos, tenemos una cultura muy antigua que es lo mejor que podemos dar, mucho mejor que el petróleo o las riquezas naturales. Por eso hay que defenderla y ponerla al alcance de todos, especialmente en un país como el mío en el que el número de personas analfabetas sigue siendo abrumador».

(En su momento, la escritora fue propuesta como secretaria de Cultura de México, cargo que nunca llegó a ocupar. De haberlo hecho, la primera medida que anunció Poniatowska fue la reducción a cero del IVA cultural)

Cervantes

En relación con el Premio Cervantes señaló que cuando la llamaron para comunicarle que lo había obtenido no acabó de creérselo, «pero cuando los periodistas entraron en masa en mi casa y me dijeron que lo había ganado, comprobé que era verdad… Es un honor inmerecido que todavía me marea, pues además me lleva al compromiso de seguir haciendo libros en los años que vienen que justifiquen este reconocimiento. Voy a cumplir 82 años y esto es como el broche de oro de una vida dedicada a la escritura por la mañana, por la tarde y por la noche».

Anunció la premiada que su discurso en el acto de entrega del Cervantes versará “sobre Latinoamérica y su población con menos recursos. Toda esa gente que camina a pie, que no tiene coche pero que cada día lucha por seguir adelante».

La importancia de Miguel de Cervantes es inmensa, afirmó, le leemos desde que somos niños, y se nos quedan sus imágenes impresas, caminamos con ellas por la calle. Todos queremos ser, al menos, Sancho Panza para acompañar al Quijote».

Mañana 23 de abril, coincidiendo con la fecha en la que se conmemora la muerte de Cervantes, la Universidad de Alcalá relumbrará como nunca para recibir a su homenajeada. En presencia de los reyes, Elena Poniatowska subirá al estrado vistiendo por cuarta vez el vestido que le regalaron unas modestas modistas mexicanas. «Me lo he puesto para recibir los últimos premios. Quiero responder a la generosidad de aquellas mujeres. Les prometí que me pondría su vestido siempre que acudiese a un acto de este tipo. Así lo haré».

Y sonriente, rodeada por siete de sus diez nietos, Elena Poniatowska abandona la sala entre el respeto y la admiración de todos.