Todorov vehiculó su hondo humanismo en ámbitos tan diversos como el filosófico, el antropológico, el lingüístico, el sociológico y el que tenía en la historia, el arte y la literatura su razones de estudio. «Sin el arte estaríamos perdidos», afirmó quien también hablaba de la belleza como de una tabla de salvación para el ser humano. Quien insistía en que valorar la belleza no implica pasarse la vida contemplando las puestas de sol o los claros de luna, ni tampoco esforzarse en enriquecerla con elementos decorativos adquiridos en un comercio. «Se refiere más bien a la tentativa de ordenarla de una manera que la conciencia individual juzgue armoniosa, de forma que sus distintos ingredientes –vida social, profesional, íntima, material– constituyan un todo inteligible. El arte, en cualquiera de sus expresiones y en el sentido de que implica creación, contribuye de forma clara a logar esa armonía».

Referente intelectual

Había nacido en Bulgaria, país «asfixiado por el comunismo» del que salió en 1963 para instalarse de forma definitiva diez años más tarde, ya como nacionalizado francés, en un París en el que se convirtió, en unión de la escritora canadiense Nancy Huston, con la que estuvo casado entre 1981 y 2014, en eje y referente del mundo intelectual europeo.

Lúcido observador del desorden de la sociedad contemporánea, consecuente a la desigualdad como «un terrible mal alimentado por muchos», Todorov ha conservado hasta el último momento un aliento crítico en torno al que gravitaron entre sus temas recurrentes los límites de la libertad individual, la capacidad de reacción ante las situaciones adversas y la necesidad de que el sentido político y la virtud moral viajen de la mano.

Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008 por representar, en palabras del jurado, “el espíritu de la unidad de Europa, del este y del oeste, y el compromiso con los ideales de libertad, igualdad, integración y justicia”, Todorov era un habitual visitante de España y un admirador incondicional de Goya, al que dedicó una obra brillante y desmitificadora que, como el propio autor declaró a hoyesarte.com, «no es un libro de historia del arte, sino un capítulo de la historia del pensamiento. A partir de mediados del XIX, la historia del arte en Europa dio un giro que la apartó del estudio del pensamiento y se quedó en un mero estudio de la forma. Con excepciones, que las hubo y numerosas, se puede afirmar que el arte en la mayoría de los países de Europa dejó de lado la discusión de las ideas. Esta perspectiva resulta especialmente dañina en el caso de Goya, porque además de ser uno de los mayores pintores que ha conocido la humanidad, al tiempo es uno de los pensadores más brillantes que ha generado el continente, al nivel de Goethe o Dostoievski».

Educación y libertad

Y la educación y la libertad de información como antídotos frente al sectarismo. «La libertad de información es un elemento esencial. La función del periodismo es de una importancia decisiva. Hablamos de un periodismo libre, no encorsetado. No dependiente o sesgado. La educación en el sentido más amplio es una herramienta clave para evitar estos peligros. Por supuesto, la educación en la escuela, pero también la que pueden ejercer los informadores y los políticos. Una educación basada en el respeto y en la consideración de la diversidad del mundo y de quien en el mundo vive. Que seamos capaces de abrirnos a lo de los demás, a otros mundos, y dejar de considerar lo nuestro como lo único y lo mejor. No debemos olvidar que la UE ha quedado moralmente contaminada por el rechazo a los inmigrantes», lamentaba.

En una de sus últimas visitas a Madrid recordaba la frase de Dostoiesvski «la belleza salvará al mundo» para significar su vigencia en el  ambiente actual porque «cuando tantas cosas van mal a nuestro alrededor es cuando hay que hablar de la belleza del planeta y del ser humano que lo habita».

Ahora late en el aire su silencio y emerge con más fuerza la necesidad de volver la mirada hacia una obra profundamente iluminadora. Un pensamiento que acota aquello que no se cansaba de repetir: “Hay formas de comportarse con dignidad moral incluso en circunstancias extremas. Es sobre todo en esos críticos momentos cuando el ser humano debe emerger con toda su grandiosidad”.