Los lectores del Bonilla narrador, ensayista y poeta encontraremos asimismo sus fogonazos de ingenio que tanto nos gustan, pero quizá esta vez con un toque más personal y con un afán transparente de contarnos de dónde viene y de cantar la suerte que es seguir por aquí, aunque el mundo se vaya llenando de cosas que ya no podemos o debemos hacer.

En el poema del prólogo nos avisa que viene a celebrar la existencia por “prescripción facultativa” porque “ahora se magnifica / lo que antes no era nada. / Es una luz distinta / que empequeñece el mundo / y agiganta la vida”. Quien lo probó lo sabe: el primer sorbo de cerveza sabe mejor en la quinta década de la vida que en la segunda.

El psicólogo Rafael Metlikovez nos dice que la esencia de la infelicidad es desear lo que ya tenemos. Bonilla, por su parte, señala -en el poema que da título al libro- la quemazón de sentir que uno ya lo ha vivido todo, lo bueno y lo menos bueno, y -lo que es aún peor- la pena de no tener más ganas de vivirlo otra vez.

Sabemos lo habitual que es, a medida que se aleja la juventud, defenderse de esos días tristones afeando la conducta de la muchachada que luce invulnerable y protagonista. Ahí Bonilla tira primero de ironía en el poema Esos chicos, pero lo cierra con lucidez y gracia: “Quizá lo que me siente mal / es no tener sus diecisiete años / y estar aquí aguantándolos / cuando lo que me pide el cuerpo / indecente es salir y unirme a ellos / en el callejón / y que alguien asomado a su ventana / murmure al verme: vaya viejo tan ridículo”.

Porque no es éste, pese a lo escrito arriba, un libro quejoso ni de tono crepuscular; más bien al contrario: predomina lo vitalista (véase Día perfecto) combinado, eso sí, con algún desahogo (contra Kissinger, por ejemplo), algún cabreo (como en Los despachos, ésos en los que nadie nos conoce pero en los que se decide por nosotros) y unos cuantos homenajes: al chaval que fuiste, al adulto que eres y que le hace un corte de mangas al algoritmo que todo lo sabe, a algunos autores (Nabokov, Borges, Machado, Baroja, Cansinos…) y a los padres, especialmente en ese texto formidable que es El día de regalo.

En estos versos emerge el mapa político y geográfico de Juan Bonilla. Su mapa más personal. El mapa de una vida.


Los días heterónomos. Juan Bonilla. Editorial Fundación José Manuel Lara. Vandalia. 136 páginas. 11,90 euros.