Como ha escrito su traductora al español, Luz Gómez García, “Darwix se ha caracterizado a sí mismo como un poeta que nace a plazos, un poeta que habita estaciones y recala en distintas ‘casas’, compelido más por la estancia que por el viaje. Y ello en combinación con una vida de continua búsqueda –anímica, existencial, estética, cívica– y de constantes huidas”.

De su amplia obra recogemos fragmentos del poema Decir perfección es decir imperfección, perteneciente a su libro La huella de la mariposa.

Autor vivencial que nunca renunció a la función esencial de la poesía que no es otra que existir, Mahmud Darwix dejó escrito: “El dolor no es un don, es una prueba: o te vence o lo vences”.


El tiempo ha volado, pero yo no con él…

Detente –le dije–, aún no he acabado de cenar,

no he tomado las medicinas,

no he escrito la última frase de mi testamento,

no he saldado mi deuda con la vida…

que me vio hambriento junto a la cerca

y me dio de comer un higo…

que me vio desnudo bajo el cielo

y me vistió con una nube de algodón…

que me vio durmiendo en la acera

y me invitó a vivir en una estrella de su pecho…

La vida dijo: Aprende de mí ¡y verás que siempre te espero!

Le dije: Gracias, vida, eres regalo y don…

Y aprendí de la vida a fuerza de desdichas,

y a olvidarla para vivirla…

Viva la vida –grité cuando la hallé espontánea,

bromista, natural, despreocupada. Nos quiere y la queremos…

Es seca y tierna, señora y esclava,

no llora por nadie. No tiene tiempo.

Decir perfección es decir

    imperfección

igual que la memoria es olvido visible.