Para leer y definir el aforismo –»delimitar, distinguir», según su etimología– entramos directamente en el terreno de la paradoja. No se trata, como indica la autora, tanto de un género como de un estado, de una labor de elevación, alejado del tópico biempensante y contra el dogma. En palabras del también aforista y poeta Jordi Doce, presente en la cita: «El aforismo tiene que ver con el sueño, el capricho, la arbitrariedad, el desmarque lúdico, la irreverencia». Es el territorio del escritor raro, pero incluso en pesimistas como Cioran se halla en el aforismo una alegría implícita.

Cada escritor se aproxima al aforismo desde distintos ángulos, por eso es tan difícil categorizarlo. De hecho, salvo en Bergamín, es necesario rastrear obras de diversos géneros para encontrar aforismos integrados y dispersos en los textos. Ignacio F. Garmendia, director editorial de las colecciones de la Fundación José Manuel Lara, apunta el buen tino de la autora al optar por la antología no desde el acopio desmedido, sino desde la labor de acotación en pos de favorecer la controversia. Y es que Carmen Camacho fue absorbida por el aforismo cuando de niña leyó un libro de Tagore traducido por Zenobia Camprubí, la mujer de Juan Ramón Jiménez. Curiosamente, el escritor de Moguer es uno de los padres tutelares de la obra, junto a Ramón Gómez de la Serna y Carlos Edmundo de Ory –este último creador del término que da título a la antología.

«Yo convierto todo en aforismos. El libro estaba para mí». La autora alude al extrañamiento y asombro como el origen de la creación aforística, lo que conduce a su asimilación poética. Porque no todos los aforismos son poéticos. «En España podemos dividirlos entre los de corte metafísico-religioso y los poético-metafóricos, aunque incluso los aforistas filosóficos recurren a la metáfora. Como escribió Juan Ramón Jiménez, las ideas también tienen su paisaje».

Mujer y aforismo

Un espacio destacado lo ocupa María Zambrano, una de las pocas mujeres que bucearon en él mediante píldoras filosóficas conectadas con la poesía. La autora, interpelada sobre la pensadora española, remarca el problema de carácter estructural que ha alejado a la mujer escritora del aforismo: «Ellas estaban limpiando el culo a sus hijos. Tendría que retirarme si no lo reconozco». Otra peculiaridad de la antología es la inclusión del concepto antiaforismo, en relación con la antipoesía, que Ángel Crespo definió como «inventar las palabras para que ellas nos inventen».

Finalmente, el viaje a través del aforismo llega al siglo XXI, que según la autora supone el tiempo de la revitalización del género. Pero, advierte, que el fenómeno de Twitter si bien fomenta los códigos del microrrelato, casi nunca acoge la fórmula aforística. Y, entonces, ¿qué es el aforismo? Como sentenció Bergamín: «Preferiría pegarme un tiro antes que dar una explicación».

Carmen Camacho es poeta, aforista, periodista y profesora de escritura creativa. Ha publicado los libros de aforismos Minimás (2008, 2009) y Zona Franca (2016); los poemarios Arrojada (2007), 777 (2007), La mujer del tiempo (2011), Campo de fuerza (2012), Letra pequeña (2014), Las versiones de Eva (2014), y el libro de prosa híbrida Vuelo doméstico (2014). Es miembro del consejo editor de la revista Nayagua y colabora habitualmente con el Diario de Sevilla y en varias publicaciones de literatura, cine y pensamiento. Interesada en el diálogo de la palabra y las artes, ha desarrollado obras de poesía escénica, adaptaciones teatrales y múltiples proyectos en colaboración con artistas de diversas disciplinas.

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Rafael Sánchez Ferlosio (Pecios)

Fuegos de palabrasFuegos de palabras
Carmen Camacho
Vandalia
480 páginas
22 euros