Al tiempo los calambres se calmaron. Además del planchado, consiguió horas de limpieza en una escuela, a la noche. La plata no alcanzaba.

El proceso empezó unas semanas más tarde. Julio se lo hizo notar un domingo de primavera, en el que se sentía un poco más animado que de costumbre. Había querido sentarse un rato en el fondo.

“¡Lo que te faltaba!”, le dijo señalándole la pierna.

Ella la levantó -era la izquierda-, la miró: estaba más flaca, bastante más flaca que la otra de la rodilla para abajo.

“Adelgazaste de un solo lado”, se rió él con la risa amarga que tenía en esos días.

Ella se pasó la mano, de la rodilla al tobillo y del tobillo a la rodilla, varias veces, pero no sintió ningún dolor.

“Raro”, dijo y se sorprendió de que le hubiera pasado desapercibido. Hace tiempo que no me miran, pensó. No me mira Julio, no me miro yo. No me mira nadie.  

Después hizo un chiste sobre que tendría que adelgazar la otra -nunca había estado conforme con sus piernas macizas.

Tomó la costumbre de tocarse la pantorrilla varias veces por día, comprobando, y la sentía cada vez más fina: el músculo se iba consumiendo. Una mañana fue al hospital. En la guardia había un tipo herido -tenía una mancha oscura en la camisa- y varias mujeres con chicos flacos. Hacía calor, había olor a vómito. Lo mío es poca cosa, pensó con vergüenza. La médica le anotó el nombre de una pomada que ella no se molestó en comprar.

Ese verano la tintorería cerró y ella hizo más horas de limpieza. Julio tenía que comer mejor. Le habían recetado un jarabe para el dolor de pecho y el frasco no le duraba nada. A la noche volvía tan cansada que muchas veces se dormía vestida. La pierna no le molestaba. Ya iba a pasar. Todo pasa. Sólo que dejó de usar pollera.

Era bien entrado el verano cuando una mañana, mientras se vestía, notó que la pierna había cambiado de color: la piel se había puesto roja y seca, con textura de cuero. Un cuero casi violáceo pegado al hueso.

“Julio”, dijo, “esto está peor.”

Él no reaccionó. Miraba fijo la pared: había tenido una mala noche.

Ella corrió a la casa de la vecina. Era una vieja que había visto todo y no se sorprendió. Estiró una toalla sobre el colchón y la hizo recostar. La tocó, la palpó, la olió.

“Esta pierna se está muriendo”, dijo, “pero no es malo. Los designios de Dios son misteriosos.”

Después le ató una cinta verde a la altura de la rodilla y prendió unas velas. Leyó de un librito de tapas negras: ‘Pedid y se os dará, llamad y se os abrirá. Porque quien busca halla’. Los rezos duraron buena parte de la mañana.

Cuando terminó se santiguó varias veces y repitió lo de los designios de Dios.

Julio se murió con la llegada del otoño. Ella lo encontró a la vuelta del trabajo. No parecía haber sufrido. Sintió tristeza y un alivio en el pecho.

Al poco tiempo empezó a recorrer los trenes. Se sube a media mañana, cuando los vagones van con poca gente. No necesita decir mucho: su nombre y que está sola en el mundo. Va siempre de short, aunque haga frío. Camina despacio, y se para frente a los que viajan sentados. Muestra la pierna, desafiante. Sabe que pocos resisten: sin disimulo dan vuelta la cara, y, prefieren poner algún billete en su morral para que siga de largo. Algunos, los menos, miran fascinados esa pierna muerta, pero que sigue ahí, pegada a su cuerpo, alimentada por su sangre. Está fría. Es lisa, con una textura mineral. Como una extraña prótesis, es más fuerte y más hábil que su pierna sana.

Sobre el Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz

hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, con la colaboración de Arráez Editores y de la marca de comunicación Alabra, convoca la cuarta edición del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz, dotado con 3.000 euros y dos accésits honoríficos.

Los trabajos, de tema libre, deben estar escritos en lengua española, ser originales e inéditos, y tener una extensión mínima de 250 palabras y máxima de 1.500 palabras. Podrán concurrir todos los autores, profesionales o aficionados a la escritura que lo deseen, cualquiera que sea su nacionalidad y lugar de residencia. Cada concursante podrá presentar al certamen una única obra.

El premio constará de una fase previa y una final. Durante la previa, el Comité de Lectura seleccionará uno o más relatos que, a juicio de sus miembros, merezca pasar a la fase final entre todos los enviados hasta esa fecha. Los relatos seleccionados se irán publicando periódicamente en hoyesarte.com. Durante la fase final, el jurado elegirá de entre las obras seleccionadas y publicadas en la fase previa cuáles son las merecedoras del premio y de los dos accésits.

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Fechas clave

Apertura de admisión de originales: 30 de octubre de 2023

Cierre: 15 de mayo de 2024

Fallo: 22 de agosto de 2024

Ceremonia de entrega: Último trimestre de 2024

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