Llega a la elevación y distingue la entrada del abrigo, tapada por los bojes que han crecido. Los aparta, deposita el bastón y la mochila a un lado y se deja caer en la roca, ya protegida del viento y de cualquier mirada. Cierra los ojos mientras recupera el aliento. Al abrirlos, el horizonte se ha teñido de amarillos, naranjas, rosas y azules. Los últimos rayos de sol despiden el día sobre el valle. Sonríe abiertamente ante el espectáculo.

El helor de la noche invade sus huesos. Abre la mochila y saca la vieja manta. La acaricia en su regazo y observa sus manos, tan arrugadas, mientras recorre con las yemas de sus dedos los bordados y las pequeñas cuentas incrustadas. Suspira: qué lejos ha llegado la mantita, cuánto ha recorrido con ella. La coloca sobre sus hombros y hunde el cuello en ella, dejando que la inunde el olor a azahar y lavanda del cajón donde la guardaba. Sonríe y se acurruca, tras apartar un poco las ramas para tener mejor vista. Un ráfaga tímida se cuela entre los bojes y se estremece anhelando un poco de calor. Pero no puede encender un fuego: lo distinguirían desde lejos y vendrían a buscarla. Una lechuza ulula muy cerca y otro animalillo, quizás un murciélago, pasa rozándole el cabello canoso. Pronto estará totalmente a oscuras.

Saca el termo de la mochila, con las hierbas todavía calientes. Bebe y saborea el tomillo, la naranja, el jenjibre, la miel: un recuerdo en cada aroma. Tras ellos queda el regusto final amargo que no han logrado borrar por completo.

Distingue puntos luminosos y sombras en el valle y en la umbría del bosque. Sabe que la están buscando y sabe que no la encontrarán, no hasta dentro de unos días. Están lejos, las luces se mueven en otras direcciones: cómo creer que una vieja subiría a la atalaya…

Desde donde está no oye voces ni ruidos humanos. Sólo pequeños chasquidos y los crujidos y el cimbrear de las ramas con el viento. El bosque ha despertado a la noche húmeda de finales de invierno. 

Bebe de nuevo y le reconforta el calor de la tisana. Apenas hay luz esta noche, la luna inicia el creciente con su sonrisa pálida colgando. Los sentidos se aguzan: el rumor seco de un ratoncillo comiendo, una lagartija arrastrándose. El abrigo está vivo.

Bebe otro sorbo. No quiere hacerlo rápido, tiene que durar. Cierra el termo, notando sus manos cada vez más torpes. Y el aire cada vez más frío. Le cuesta mantener los ojos abiertos, pero quiere contemplar la oscuridad, aspirarla, escucharla, palparla.

La noche discurre lenta y en calma. Amanece y la mujer sonríe satisfecha. Lo ha logrado: la aurora se despliega ante ella infinita y hermosa.

Bebe con dificultad el último sorbo, el del poso más amargo. Le pesan los párpados y le pesan las piernas y las arrugadas manos, cada vez más rígidas. Le pesa el aliento, que duele tibiamente al invadir su pecho. Y le pesa la sangre, como helada, cada vez más lenta. Un escalofrío incontrolable recorre su cuerpo, pero cierra los ojos y el temblor desaparece. No es miedo, no. Ya lo tuvo y lo dejó atrás en su larga e intensa vida.

Desde el abrigo, su mirada recorre por última vez el valle y los montes que hace años escogió habitar. Desde esta atalaya, en la que hoy ha elegido morir.

Un espléndido día se abre y acoge su sueño. Los primeros rayos de sol reflejan el escarlata de la manta en su rostro, ya eternamente inmóvil.

Más sobre el III Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz

El acto de entrega del II Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz congregó a alrededor de 250 personas. Foto: Rodrigo Valero.
Acto de entrega del II Premio Internacional de Cuentos Breves ‘Maestro Francisco González Ruiz’. Foto: Rodrigo Valero.

hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, convoca la tercera edición del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz, que incluye un primer galardón dotado con 3.000 euros y un segundo reconocimiento dotado con 1.000 euros. Además se establecen dos accésits honoríficos.

Los trabajos, de tema libre, deben estar escritos en lengua española, ser originales e inéditos, y tener una extensión mínima de 250 palabras y máxima de 1.500 palabras. Podrán concurrir todos los autores, profesionales o aficionados a la escritura que lo deseen, cualquiera que sea su nacionalidad y lugar de residencia. Cada concursante podrá presentar al certamen un máximo de dos obras.

El premio constará de una fase previa y una final. Durante la previa, cada semana el Comité de Lectura seleccionará uno o más relatos que, a juicio de sus miembros, merezca pasar a la fase final entre todos los enviados hasta esa fecha. Los relatos seleccionados se irán publicando periódicamente en hoyesarte.com. Durante la fase final, el jurado elegirá de entre las obras seleccionadas y publicadas en la fase previa cuáles son las merecedoras del primer y segundo premio y de los dos accésits.

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Fechas clave

Apertura de admisión de originales: 10 de enero de 2022

Cierre: 24 de junio de 2022

Fallo: 10 de octubre de 2022

Acto de entrega: Último trimestre de 2022