La Academia podrá editar en papel esta obra gracias al mecenazgo de la Fundación Marcelino Botín, pero aunque hoy se ha presentado el primer tomo, habrá que esperar aún unos meses para que los primeros volúmenes salgan a la venta.

"El Diccionario es imprescindible para que España cuente, al igual que las principales naciones del continente, con una obra que permitirá difundir el mejor conocimiento de los protagonistas de su historia y de su presente". Estas han sido las primeras palabras del Rey al comienzo del almuerzo y al que han asistido el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, los académicos y numerosos mecenas de la Real Academia. Don Juan Carlos también destacó que la obra "subraya la riqueza, densidad y complejidad de nuestra historia, así como su amplitud temporal y geográfica".

El Diccionario era un proyecto que la Academia acariciaba desde su fundación, en 1735, pero la complejidad del mismo lo fue demorando durante siglos. La obra contará con 50 volúmenes, de unas 800 páginas cada uno, y más de 40.000 biografías de personalidades de todas las épocas de la historia hispana. El tope se ha fijado en los nacidos en 1950, aunque se han hecho excepciones con los Príncipes de Asturias y con los miembros del Gobierno. La Princesa Letizia y la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, son las personalidades más jóvenes incluidas.

El director de la Academia, Gonzalo Anes, ha afirmado que "en cuanto tengamos varios tomos publicados, inmediatamente ‘colgaremos’ la obra entera en la Red. Así adquirirá una dimensión mundial". Además, está previsto traducir el Diccionario al inglés, para asegurar aún más su difusión mundial.

Selección, tema delicado

La selección de los personajes históricos "es siempre un tema delicado", reconoció Anes, y los criterios fueron fijados al principio por varias comisiones de académicos, de España e Hispanoamérica. La obra es un fiel reflejo de la historia de España y, por tanto, contiene biografías de la América virreinal, de Filipinas y de los territorios que formaron parte de la monarquía hispánica en los siglos XVI y XVII. En su elaboración han colaborado más de 5.500 especialistas pertenecientes a más de 500 instituciones españolas y extranjeras, entre ellas, todas las Academias Iberoamericanas de la Historia.

Anes alabó la labor realizada por Jaime Olmedo, director técnico del proyecto, y por su equipo de especialistas. Su deseo es que continúen porque se trata de "una obra viva" que se irá actualizando constantemente en la red. "Quienes no estén ahora que sepan que pueden ser incluidos en el futuro, a medida que se vayan incorporando más biografías".

 

Anhelado proyecto

El 23 de mayo de 1735 fueron aprobadas las constituciones de la que habría de ser Real Academia de la Historia, al aprobar Felipe V los estatutos el 18 de abril de 1738. A los pocos días de formar las constituciones, don Agustín de Montiano y Luyando propuso que se comenzara a trabajar en un Diccionario histórico-crítico de España y, tras los cambios de opinión sobre ello, se acordó que se le dedicara todo el tiempo disponible.

Querían los académicos, con el diccionario, desterrar "las ficciones de las fábulas" y que, a los acontecimientos, se les diera "la más exacta cronología", con las "necesarias noticias geográficas antiguas y modernas". Los académicos, según la propuesta hecha por Montiano en 1735, formaron un plan, en el que se contemplaron varias secciones o materias: geografía, origen de España, sucesión e historia de sus reyes, costumbres, leyes, rentas reales, comercio, varones ilustres y otras más que permitieran compendiar todo el saber sobre el pasado, después de someterlo a revisión científica, para separar lo cierto de lo falso.

Así, los académicos pensaban contribuir a que se desterrasen "las fábulas introducidas por la ignorancia o por la malicia". Con el tiempo, los académicos se dedicaron a la formación de un diccionario geográfico de España, en el que puso gran empeño don Pedro Rodríguez Campomanes mientras fue director, entre 1764 y 1797.

Aunque fue copiosísima la información reunida sobre la geografía de España, solo se publicaron dos tomos, en 1802, correspondientes a las tres provincias vascongadas y a Navarra. A la vista de los materiales reunidos, y con lo que resulta de los dos tomos publicados, puede inferirse que, en pocos años, los académicos hubieran podido completar y publicar el Diccionario geográfico de España. Con los medios disponibles -poco dinero, plumas de ave para escribir y correo lento- no fue posible terminar el deseado Diccionario geográfico. No obstante, los trabajos de la Academia facilitaron la publicación posterior de los famosos diccionarios de Miñano y de Madoz.

La vieja aspiración de la Academia en lo correspondiente a los que en el siglo XVIII llamaban "varones ilustres", se concreta ahora en el Diccionario biográfico hispano.