Parra ve una montaña y va directa hacia ella. Poco a poco. Pasito a pasito. Es de esos artistas llenos de fuerza y poder capaces de conseguirlo todo. Debajo de éste, una técnica exquisita. En primera línea, un sonido que incita a quedarse con su nombre. Sorprende no haberla visto en recitales de los principales auditorios de Madrid.

Rêverie es su primer disco. Después de intentar sin éxito que alguna discográfica se decidiera por algún proyecto en el que pudiera participar, Parra se cansó de esperar y grabó un disco en su propia casa con un Steinwey B que ella misma se produjo y editó. Buscando distribución llegó a Sémele, quién le puso en contacto con la discográfica Verso. Finalmente el disco se volvió a grabar en el Auditorio del Conservatorio de Getafe y tiene otra presentación, pero sin ese primer ‘rêverie casero’ hoy no podríamos disfrutar de este especial descubrimiento cargado de aire fresco.

Las Kinderszenen de Schumann (traducidas como Escenas para niños) son el conjunto de obras encargadas de abrir el álbum, a las que siguen el maravilloso y versátil Children’s Corner de Debussy. Los colores españoles llegan con Evocación, El Puerto y El Albaicín de la Suite Iberia de Albéniz y Las Quejas o La Maja y El Ruiseñor de las Goyescas de Granados, además de su Allegro de Concierto. Para finalizar, una pequeña guinda, una pieza propia que descubre a la María Parra compositora, Il pleut sur Paris.

Alicia de Larrocha

María Parra comenzó a tocar el piano con ocho años. Terminó el Grado Profesional y el Grado Superior con excelentes calificaciones y después de estudiar técnicas de improvisación y armonía de jazz en Barcelona se fue al Conservatorio Superior de Música de París con los profesores Jacques Rouvier y Prisca Benoit para perfeccionarse.

A su vuelta de la capital francesa comienza a estudiar con Alicia de Larrocha en la Academia Marshall de Barcelona y consigue el diploma de posgrado del Máster en Música Española, un máster completísimo que debía revisar de forma periódica De Larrocha. Fueron siete años de esfuerzo y una larga lista de obras, pero hoy Parra es una de las pocas pianistas en las que recae el legado de la que hasta ahora se considera la mejor pianista de música española del siglo XX.

«Era realmente entrañable, maternal, dulce, muy rigurosa con su trabajo, con su tiempo… Trabajaba de diez de la mañana a diez de la noche. Se puede decir que fue una mujer entregada a la música», afirma Parra. «Siempre recordaré de ella aquel sonido que conseguía sacarle al piano. Sus manos eran como las de un un pavo real desplegando las alas».

María Parra se confiesa, además, profundamente admiradora de las mujeres pianistas por esa doble faceta de artista y madre, y tiene en un altar a nombres como Clara Schumann o Clara Haskil. Por supuesto, también a la gran Martha Argerich, a quien conoció después de un concierto y a la que más tarde regalaría un tango compuesto por ella misma titulado María Martha (en su honor) al inspirarse en su interpretación de un tango de Piazzola.

Parra, además de intérprete y compositora, ha ejercido la docencia en diferentes centros y conservatorios catalanes y compagina su intensa actividad solística con la dirección del Bouquet Festival de Tarragona, que este verano ha celebrado su segunda edición.

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Rêverie
María Parra Peñafiel
Verso
Duración: 70:29
Precio: 13,95 euros (orientativo)