El temazo que despide los setenta y empieza a dar la bienvenida a los ochenta. El single que avala el difícil matrimonio entre la new wave y la música disco. Escrita por la cantante Debbie Harry y el guitarrista de la banda Chris Stein, se llamó originalmente como el primero verso (Once I had a love) y se probó en las formas más diversas (calipso, funk, rock…) antes de sonar en las radios, en enero de 1979, con su nuevo título. Se convirtió de inmediato en número uno a los dos lados del Atlántico y fue el exitazo que anunció el tercer y más célebre disco de la banda, Parallel lines.

Pero Heart of glass es mucho más que todo lo dicho hasta ahora: fue la canción que convirtió a Debbie Harry en una estrella desgraciada, en una artista solitaria con problemas para asimilar tan de golpe la gloria, la fama y la notoriedad recién estrenadas. Fue también motivo de rechazo para los fieles de la banda que vieron en aquel triunfo una traición a lo que habían representado hasta ese momento.

Les afectara o no, Harry y compañía decidieron seguir probando en esa línea y, de hecho, acabaron colaborando (Call me) con el rey de los sintetizadores y padre del tecno europeo, el italiano Giorgio Moroder.

Según Debbie Harry, el sentimiento que quería comunicar era el de que las cosas, entre ellas el amor, no tienen por que durar siempre y no pasa nada. Aun así, la propia Harry también ha dicho que la gente conectó con la canción porque les transmite de alguna manera un estado de ánimo cercano a la tristeza o la pérdida.

Sea por su ritmo contagioso o por ese estribillo irresistible, lo cierto es que el tiempo la ha convertido en un clásico irrompible que funciona con enorme eficacia en anuncios y películas (véase: La noche es nuestra y Super 8) y aguanta todo tipo de versiones.