La construcción cuenta con 146 apartamentos distribuidos en forma de celosía, intercalando 30 volúmenes construidos y 30 vacíos, que quedan como espacios intermedios para los vecinos y forman el acceso a todas las viviendas, consiguiendo así una mayor relación con el entorno y también con los transeúntes. Además, limitan la fachada tradicional y evitan el edificio completamente cerrado.

Patios en altura

Esta tipología pretende ser una alternativa a la manzana cerrada, consiguiendo así un edificio que presenta patios en altura por todas sus fachadas que permiten que pase la luz natural y el aire, y multiplican vistas a la sierra y a la ciudad. La mayoría de los apartamentos tiene un pequeño espacio abierto como una logia, lo que los arquitectos denominarían “la habitación abierta”. Para conseguir una mayor luminosidad en todas las viviendas, las ventanas parten del suelo y llegan hasta el techo.

El diseño y el uso del hormigón son las características esenciales de este edificio, que usa paneles solares para reducir el gasto energético. La fachada, de hormigón y revestida de barniz de poliuretano, fue construida en un único sistema modular para ahorrar tiempo y reducir el coste de la obra. El revestimiento de ésta permite que se refleje la luz del sol produciendo brillos y destellos.

Calidad y diseño al servicio de la protección oficial

Con este singular edificio los autores pretenden romper con una homogeneidad en el trazado, ordenación y forma arquitectónica que consideran está presente en la mayoría de los edificios residenciales de Madrid y de Sanchinarro. Este deseo ya lo dejaron claro en el edificio Mirador y vuelve a quedar aquí patente. Por otro lado, una vez más queda demostrado que el tópico de que la vivienda de protección oficial carece necesariamente de diseño o calidad es falso.

Blanca Lleó es licenciada por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, donde actualmente imparte clases. Entre sus obras, caben destacar las viviendas, a las cuales ha dedicado numerosos estudios y ha publicado dos libros. En 1985 creó su propio estudio en Madrid desde donde actualmente dirige numerosas obras, que se caracterizan por una arquitectura que combina lo funcional con lo bello y que piensa en la vida cotidiana de las personas.

MVRDV es un estudio holandés creado en 1993 que realiza proyectos arquitectónicos y urbanísticos, siempre en relación con el paisaje y el medio ambiente. Estos arquitectos buscan que su arquitectura sea «negociable y democrática, que esté adaptada a la época y, sobre todo, sea funcional para quien la habita».