Según sus autores, Emilio Tuñon Álvarez, Luis Moreno Mansilla y Matilde Peralta del Amo, “el CICCM supondrá una propuesta radicalmente contemporánea, en la que la iniciativa pública convivirá de igual a igual con la arquitectura de las cuatro gigantes-torres de la iniciativa privada”. El nuevo centro de congresos está situado en el eje norte-sur de la ciudad, eje cultural y de negocios de la capital.

Mansilla & Tuñón

Su proyecto, titulado Madrid, donde no se pone el sol, resultó ganador del concurso convocado por el Ayuntamiento de Madrid en colaboración con el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid en abril de 2007. El nombre de este proyecto, en palabras de sus arquitectos, representa “un solo poniente, detenido desde el optimismo de saber que Madrid es una ciudad que vive, trabaja y se divierte a todas horas del día. Una ciudad donde no se pone el sol”.

El edificio, que contará con una superficie construida de 290.000 metros cuadrados, 70.000 sobre rasante, se organiza como una gran estructura luminosa de diferentes plantas, apiladas dentro de un gran contenedor circular. Contará con una altura de 120 metros, convirtiéndose así en el octavo edificio más alto de la capital.

Se construye entre dos grandes superficies de forma circular, levemente convexas, abiertas a naciente y poniente, las cuales aumentan su tamaño hasta construir dos grandes crujías, donde se albergan los elementos de servicio y de comunicación vertical. Las respectivas plantas reciben luz natural a través de las diversas perforaciones cilíndricas de la fachada. La planta de acceso al edificio esta constituida por un gran vestíbulo con acceso directo al auditorio principal y a los sistemas de comunicación vertical.

Unidad equilibrada

El edificio cuenta con un auditorio principal con un aforo de 3.500 plazas -ampliable a 5.000- y otros dos menores con una capacidad para 1.500 y 1.000 personas, además de un área de exposiciones de 15.000 metros cuadrados. La última planta tendrá un área de restauración y un mirador con vistas a la cuidad y a la sierra, al cual se accederá por unos ascensores panorámicos instalados al exterior de la fachada.

El edificio se planteó con la idea de diferenciarse de los edificios colindantes, pero a la vez su objetivo era que éste y las torres formarán parte de un único paisaje social, y no una serie de edificios independientes. Este proyecto trabaja en una escala menor que las cuatro torres, y dada su mayor dimensión en horizontal hace del conjunto una unidad compensada y equilibrada.

El nuevo Centro de Congresos se caracteriza, según sus autores, por su sostenibilidad, con grandes superficies de paneles fotovoltaicos que aprovechan la luz solar, sistema de reutilización de la lluvia para el riego de zonas verdes o una orientación que reduce el consumo de energía.