La Universidad de Bolonia, la más antigua de Europa, exhibe con orgullo su origen secular, que la distingue de todas las demás universidades europeas de la época. Así, mientras París, Oxford y Salamanca nacieron como centros eclesiásticos, Bolonia fue impulsada por la burguesía local y el emperador.

En la Edad Media, el Alma mater studiorum fue famoso en toda Europa por sus escuelas de Humanidades y, especialmente, por la de Derecho, de la que surgirían eminentes discípulos, conocidos como glosadores, que desempeñaban una doble y humilde tarea: glosar los textos básicos del derecho, aclarando y sintetizando al mismo tiempo el sentido de sus preceptos.

A partir del siglo XIV, el Derecho pierde su monopolio y a las escuelas de los juristas se suman la de los “artistas”, que comprenden los docentes de Medicina, Filosofía, Aritmética, Astronomía, Álgebra, Lógica, Retórica y Gramática. Una de las que más se desarrolla es la Medicina, incluida entre las materias de enseñanza desde 1219, y un siglo más tarde de su fundación comenzaron a impartirse sus demostraciones prácticas de anatomía.

Crisol científico

Durante los siglos XV y XVI se hicieron famosos sus estudios de teología, técnica oratoria antigua, literatura antigua y moderna, latín y griego y ciencias humanas, aunque su mayor atractivo seguiría siendo la formación jurídica, así como las enseñanzas de gramática y retórica. Es en Bolonia, y no en otro sitio, donde nace el derecho romano en su sentido de universalidad, igualdad y certeza… y es aquí donde la biología y el cálculo consiguen avances fundamentales.

Pero más allá de eso, Bolonia fue el modelo en el que se fijaron otras muchas universidades europeas, de Padua a Cracovia, y la organización de sus estudios, especialmente los jurídicos, médicos y matemáticos, fue la base en la que se inspiraron las demás instituciones docentes europeas. Una universidad que fue siempre un centro internacional de cultura al que acudirían durante siglos castellanos y catalanes, flamencos y polacos, alemanes y franceses, ingleses, húngaros y rusos, y de la que saldrían los profesores que fundarían algunas de las más importantes universidades del continente.

Bolonia fue el modelo en el que se fijaron otras muchas universidades europeas. Una escuela de estudios superiores basados en unos perennes principios fundamentales: ante todo, la independencia de la investigación científica y su vinculación con la actividad docente y el principio de autonomía universitaria. Es, en definitiva, aquí donde nace la universidad en el sentido en el que se entiende esta palabra en Occidente.

Archiginnasio, arquitectura al servicio del estudio

El Archiginnasio fue ordenado edificar por Pío IV como sede estable del Estudio (y para unificar las escuelas de Derecho y de Artes, hasta entonces situadas en diferentes áreas de la ciudad) y fue erigido según diseño de Antonio Morandi (1563). El edificio presenta un largo cuerpo con pórticos y en el interior un patio cuadrado con las insignias, esculpidas o pintadas, de los rectores, priores y estudiantes que pasaron por la Universidad entre los siglos XVI y XVIII. Desde el patio, en la planta baja, se accede a la capilla de Santa Maria dei Bulgari y, en el piso superior, al imponente Teatro Anatómico. Este palacio aloja desde 1835 la Biblioteca Comunale, que cuenta con más de 650.000 volúmenes, 12.000 manuscritos, y vastas colecciones de mapas, cartas y grabados.

Ilustres alumnos

Por la venerable Universitas Bono Nienses pasaron alumnos de la talla de Dante Alighieri, Petrarca, Carlos Borromeo, Pico della Mirandola, Thomas Becket, Erasmo de Rotterdam, Durero o Nicolás Copérnico. Hoy, más de 9 siglos después del nacimiento de su legendaria Alma mater studiorum, se calcula que 100.000 de sus 800.000 habitantes son estudiantes universitarios.

Toda esta larga y viva tradición cultural y universitaria hizo que la ciudad fuera elegida para la firma el 19 de junio de 1999 de la conocida como Declaración de Bolonia, que inició el proceso que conducirá en 2010 a la creación efectiva del Espacio Europeo de Educación Superior.

 

 

Un colegio español antes de que existiera España

Por Bolonia también pasaron ilustres colegiales españoles desde 1364, año en el que abrió sus puertas el Collegio di Spagna o de “San Clemente” (el colegio mayor en funcionamiento más antiguo del mundo y la primera institución que se llamó española). Entre los más sobresalientes, ya sean colegiales o ilustres visitantes temporales, Antonio de Nebrija, Juan Ginés de Sepúlveda, Ignacio de Loyola, Miguel de Cervantes, Leandro Fernández de Moratín, Francisco López de Gomara, Antonio Agustín o San Pedro de Arbués. Hoy, este espléndido edificio sigue siendo territorio español y sigue albergando estudiantes españoles, tal y como estableciera su fundador, el cardenal Gil Albornoz.