1943. El Gobierno español ha bloqueado el paso por Los Pirineos de los refugiados que a la desesperada huyen de la Francia ocupada por los alemanes y de su implacable persecución. En ese escenario el encargado de la aduana de un pequeño pueblo fronterizo, un funcionario con pasado republicano, decide contravenir las órdenes y ayudarles.

Con la colaboración de una valiente vecina del pueblo y de un pasador francés, inicia una cruzada para  facilitar la posibilidad de huir de la guerra a tanta gente como sea posible. Es entonces cuando el aduanero se verá atrapado en una arriesgada odisea que despertará en él y en su mujer viejos fantasmas de la todavía reciente guerra civil española.

Película de personas y personajes, Judith Colell ha reunido un sólido reparto que da vida y credibilidad a una pareja republicana (Miki Esparbé y María Rodríguez Soto) que se ha reinventado en un rincón remoto de las montañas. A una mujer valiente y revolucionaria (Bruna Cusí). A un pasador francés (Kevin Janssens). A un alcalde fascista (Jordi Sánchez) y un guardia civil peculiar (Asier Etxeandia).

Todos ellos transmiten las múltiples capas, contradicciones y matices que en determinadas circunstancias afloran en el ser humano. “Ha sido un privilegio trabajar con intérpretes de gran experiencia y talento, que han aportado muchísimo a la película y han enriquecido sus personajes con una sensibilidad y una entrega admirables”, reconoce la cineasta.

A destacar también en el  conjunto de un relato que hace partícipe al espectador la magnífica puesta en escena y una fotografía sin artificios que engrandece los paisajes del Pirineo catalán en los que se produjo el rodaje.

Doctora en Comunicación, licenciada en Historia del Arte y Certificate in Film por la Universidad de Nueva York, Judith Colell (Barcelona, 1968) es presidenta de la Academia de Cinema Català desde 2021 tras ocupar la vicepresidencia de la Academia de las Artes y las Ciencias de España.

Para quien ha dirigido los largometrajes El dominio de los sentidos, Mujeres, 53 días de invierno, Elisa K y 15 Horas, Premio Signis en el festival de Málaga y Mejor Guion en el de Marsella, Frontera ha supuesto un gran reto: “Hasta ahora, mi trayectoria se había centrado en películas intimistas, centradas en los personajes y con presupuestos ajustados. Frontera, en cambio, es una historia coral ambientada en un pueblo del Alto Pirineo en 1943, donde refugiados cruzan las montañas rodeados de peligros. Un escenario completamente distinto a todo lo que había hecho hasta ahora”.

“Una vez superado el vértigo inicial, descubrí que la película contenía dos elementos que me apasionan como directora. Por un lado, es una historia con una fuerte carga de reflexión social. Frontera es, en el fondo, un espejo del mundo actual. En el pueblo protagonista, donde conviven vencedores y vencidos de la Guerra Civil, la llegada de personas que huyen de la guerra, el hambre y el horror genera reacciones diversas: algunos quieren ayudar, otros delatar, y la mayoría prefieren mirar hacia otro lado. Exactamente lo que ocurre hoy en día con los refugiados y nuestra responsabilidad de acogerlos”.

“Además, los personajes viven en un momento histórico de enorme complejidad: una posguerra marcada por la pobreza, la represión y la necesidad de reconstruirse, no solo materialmente, sino también emocional y moralmente. En ese contexto, superar las propias heridas y dificultades para ayudar a otros es un acto de valentía y humanidad inmenso”.

Y por último la realizadora se declara firmemente convencida del papel del cine en la recuperación de la memoria: “No podemos olvidar que todos los pueblos y naciones hemos sido refugiados en algún momento. En ese sentido Frontera, aunque ambientada en la postguerra española, habla del presente y dialoga con él”.