Así, Maya recordó que los regalos que más le gustaba recibir al pintor en sus cumpleaños eran aquellos que tenían algo que ver con su patria natal: vino o algún producto español, como queso manchego. Además, relató que a Picasso no le gustaba recibir llamadas, por lo que en su casa de tres plantas sólo existía un teléfono que su padre nunca contestaba.

Ayer, coincidiendo con el 127 aniversario del nacimiento del genio, su segunda hija visitó la casa natal de su padre en el marco de la celebración del XXI Octubre Picassiano. Maya, que tiene 73 años, se mostró encantada de la visita: «Es curioso volver a la casa donde nació mi padre y donde pasó los primeros años de su infancia y donde, además, vivieron mis abuelos y mi tía Lola. Para mí es mucho más que un museo”.