Esfuerzo recompensando

Gervasio Sánchez, que ejerce como periodista desde 1984 en medios como El Heraldo de Aragón o La Vanguardia y colaboradora con la Cadena Ser o la BBC, lleva realizando el proyecto fotográfico Vidas Minadas desde 1995 con el apoyo de Intermón Oxfam, Manos Unidas y Médicos sin Fronteras, tres de las más de 1.400 organizaciones que en 90 países trabajan para erradicar las minas. Este esfuerzo fue recompensado en 1997 con el Premio Nobel de la Paz a la Campaña Internacional contra las minas antipersona.

Además, el fotógrafo que ahora lleva su proyecto a Nueva York es autor de varios libros fotográficos, como El cerco de Sarajevo (1995), Kosovo, crónica de la deportación (1999), Niños de la guerra (2000), La caravana de la muerte. Las víctimas de Pinochet (2002), Latidos del tiempo (2004), junto al escultor y artista plástico Ricardo Calero, Sierra Leona, guerra y paz (2005) o el propio Vidas minadas (1997 y 2002).

El impacto de las minas que retrata en Vidas minadas es más profundo y devastador que los efectos de cualquier otra arma: no sólo cercenan miembros o vidas, también impiden el libre acceso de los campesinos a sus tierras, de las mujeres a los pozos de agua o de los niños al colegio. Como consecuencia de ello, muchas tierras quedan sin cultivar y familias pobres ven mermados aún más sus ingresos.

15.000 víctimas al año

Cada año las minas antipersona provocan 15.000 nuevas víctimas. Colombia, Camboya, Afganistán, Angola, Bosnia o Irak destacan entre los 78 países afectados por esta dramática situación. Unos 300.000 supervivientes sufren algún tipo de mutilación. Desde 1997, los 151 países firmantes del Tratado de Ottawa sólo han dedicado un 10% de la cantidad necesaria calculada por las organizaciones especializadas para financiar los programas de atención y rehabilitación de las víctimas de las minas.

Gervasio ha dedicado gran parte de su vida a esta labor, por la que ha recibido los premios Cirilo Rodríguez, Club Internacional de Prensa, Andalucía de Cultura, Derechos Humanos de Periodismo, Liber Press y Javier Bueno. Las instituciones aragonesas le han concedido la Medalla de Oro de Santa Isabel de Portugal y la Medalla al Mérito Profesional, además de nombrarle hijo adoptivo de Zaragoza. Es enviado especial por la paz de la UNESCO desde 1998.

 

Discurso de Gervasio Sánchez durante la entrega de los premios Ortega y Gasset el 7 de mayo de 2008

(…) Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.

Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.

Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.

Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.

Muchas gracias.