A partir de ahí se inició un conflicto que todavía continúa en los juzgados estadounidenses y que la embajada de aquel país en Madrid tuvo que tratar en varias ocasiones con España. Al menos eso es lo que revelan varios de los cables remitidos por la legación al Departamento de Estado hechos públicos por Wikileaks y de los que informa Álvaro de Cózar en El País.

Un año después de que los responsables de Odyssey mostraran al mundo cientos de contenedores cargados de monedas, los diplomáticos estadounidenses decidieron lanzar una propuesta a las autoridades españolas para «arreglar» el problema: la embajada trataría de buscar una solución al conflicto con la compañía cazatesoros, pero a cambio pedía que el Museo Thyssen-Bornemisza devolviera el cuadro de Camille Pissarro La calle Saint-Honoré después del mediodía. Efecto de lluvia (1897), supuestamente expoliado por los nazis a la familia de un ciudadano estadounidense de origen judío alemán llamado Claude Cassirer.

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El tesoro fue expoliado en mayo del 2007 en un lugar aún no identificado al sur de Portugal y al oeste de Cádiz. Cuando la compañía hizo público el hallazgo, el Gobierno español lo reclamó con el argumento de que pertenecía al cargamento de la fragata de la Real Armada Nuestra Señora de las Mercedes, hundida por una flota inglesa en esa zona el 5 de octubre de 1804 durante la Batalla del Cabo de Santa María. Pero para entonces Odyssey ya lo había trasladado a Florida a través de Gibraltar. El Gobierno español denunció ante los tribunales estadounidenses a Odyssey y reclamó la propiedad de las 500.000 monedas de oro y plata, que pesan alrededor de 17 toneladas, que transportaba el navío español.

El Gobierno español siempre ha sostenido que los restos pertenecen a un cementerio marino –en la explosión del navío fallecieron 200 marinos y sus familiares– y se encuentran protegidos por la Ley de Inmunidad de Soberanía Extranjera, un principio jurídico «absolutamente claro» en EE.UU. El Gobierno de Estados Unidos avaló en septiembre de 2009 ante el tribunal la petición española con documentación jurídica preparada por el Departamento de Justicia que incluían las posiciones del Departamento de Estado y de la Armada estadounidenses.

Tragedia de españoles

A raíz de la publicación en hoyesarte.com de esta noticia sobre la postura oficial estadounidense, José María Moncasi de Alvear, descendiente directo del almirante Diego de Alvear, comandante de la flota en la que se incluía la Mercedes, agradeció en estas páginas a Estados Unidos su apoyo a España en el caso.

La historia de Diego de Alvear y el mencionado navío se remonta a 1802. Ese año, el almirante regresaba a España tras haber servido a la Corona como Segundo Comisario de la Demarcación de Límites entre España y Portugal. La fragata partió del Callao rumbo a Cádiz transportando patrimonio de la Corona y de comerciantes españoles. Dos años más tarde, cuando la Mercedes se encontraba ya frente a las costas portuguesas, el comandante De Alvear, desde otro navío, vio cómo la fragata española explotaba tras un ataque inglés llevándose consigo a su esposa, a siete de sus ocho hijos y toda su fortuna.

Odyssey había propuesto al Gobierno español llegar a un acuerdo sobre los derechos de propiedad del tesoro que transportaba la fragata. España siempre se opuso a ningún acuerdo con una empresa a la que calificó de «pirata».

 

Patrimonio de nuestra historia

En el momento de la batalla que hundió a la Mercedes, las hostilidades entre Gran Bretaña y España habían sido suspendidas por el Tratado de Amiens de 1802, por lo que nuestro país no se encontraba en guerra con Inglaterra. En respuesta a este ataque, España declaró la guerra a Gran Bretaña y entró nuevamente en las Guerras Napoleónicas que duraron otra década más. El hundimiento de la Mercedes marcó un momento clave en la historia de España y de Europa; por tanto, el Gobierno español siempre ha sostenido que el pecio y su contenido forman parte del inalienable patrimonio histórico de nuestro país.