Compuesta por un centenar de fotografías y dos instalaciones, esta muestra recorre la fértil trayectoria de este artista gallego, uno de los más destacados de la fotografía española contemporánea.

En su obra, Vilariño utiliza tanto el blanco y negro como el color, y acerca al espectador a su modo de ver el arte a través de un lenguaje propio de presencias y sueños, de finitud y esperanza, de silencio y evocaciones.

Mirada frontal y escucha extrema

«Lo que intento con mi obra es mirar a través de los ojos de un animal que siente, contempla, vive: mirada frontal y escucha extrema», comenta Vilariño mientras describe cómo fue su infancia en aquella «Galicia salvaje, conviviendo con animales salvajes y cráneos, esqueletos y osamentas de caballos por el suelo».

Desde su particular visión de los animales, los paisajes y las naturalezas muertas, hasta la representación de la melancolía y la muerte, Seda de Caballo revela los aspectos más destacados de la estética de Vilariño, donde subyace siempre un fondo poético y una actitud contemplativa.

«Desde el principio me marcó mucho la poesía de Pessoa, pero también la de María Zambrano, Valente, Gamoneda o Rilke. Esta exposición refleja lo que siempre me ha interesado, saber realmente qué es mi vida y prepararme para mi propia muerte», afirma.

Maestro de la naturaleza muerta

Gran maestro de la naturaleza muerta, Vilariño ha realizado en los últimos años composiciones donde elementos como una vela, frutas o pájaros ahorcados le sirven de soporte para resaltar los colores de los animales muertos, intensificando la textura de los alimentos.

La exposición Seda de caballo, presentada por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes en Tabacalera. Espacio Promoción del Arte, está comisariada por Fernando Castro Flórez.