Dice Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, que estamos ante una obra típica, típica de género. «Es un intento por parte del Donizetti de someterse a la ópera en boga en Francia en el momento, que es la opéra-comique. Entonces se consideraba esencial componer una para consagrarse y el compositor, que se consideraba a sí mismo el mejor de los italianos, necesitaba precisamente un encargo así. Recibió dos, una fue La Favorita y otra la obra que ahora trae este teatro a Madrid».

La fille du régiment nace así queriendo ser una obra popular. Donizetti se amolda a las líneas maestras de la opéra-comique, que pedían la combinación de partes habladas con otras cantadas. Partiendo de estas premisas, y sin renunciar a su personalidad, el compositor de Bérgamo construye una partitura de formas musicales flexibles, en las que combina elementos patrióticos con momentos populares y románticos, o escenas simplemente cómicas. «En ella se dan tres características esenciales del género», apunta Matabosch, «la intriga amorosa, la crítica social y el final feliz. Tengo que decir, además, que hecha así, con el maestro Campanella y con Laurent Pelly, tiene toda las garantías de ser una obra maestra».

Gran producción

El resultado es un delicado divertimento que permite un brillo especial para la voz de la soprano que interpreta el papel de Marie y, sobre todo, para el tenor que da vida a Tonio y del que todos esperan escuchar los nueve ‘Do de pecho’ al final del primer acto. La producción cuenta con un doble reparto y con la colaboración especial de Ángela Molina en el hilarante papel de la duquesa de Krakenthorp. Se alternarán en la interpretación de los personajes principales Aleksandra Kurzak y Désireé Rancatore (Marie), Ewa Podles y Rebecca de Pont Davies (Marquesa de Berkenfeld), Javier Camarena y Antonino Siragusa (Tonio), Pietro Spagnoli y Luis Cansino (Sargento Sulpice).

La fille du régiment supone el debut de Laurent Pelly en Madrid para quien ha sido muy difícil acercar esta obra a nuestros días precisamente porque es francés y la obra habla todo el rato de la patria gala. «Se sitúa en la época de la guerra napoleónica por lo que fue trasladada a la I Guerra Mundial para acercarla al público de hoy», afirma. «Pensé que tenía que hacer algo antimilitarista pero me resultó difícil al tratarse de una comedia, así que pensé que lo mejor era reírme de la historia, algo que ha permitido la escenografía de Chantal Thomas. Así se mantiene el lado irrisorio de la ópera», añade.

Pelly reconoce que siente cierta pasión por la obra de Donizetti y ha trabajado en tres de sus óperas: L’ elisir d’amore, Don Pasquale y La fille du régiment, todas de corte cómico. Para él, la música de La Fille du régiment es más francesa, y es la que siente como más especial: «Es diferente a la otras, que son más italianas».

La versión francesa

Por su parte, el maestro especialista en bel canto Bruno Campanella, que también visita el Real por primera vez, hace hincapié en la importancia de cantar en uno u otro idioma. «El español y el italiano son lenguas cercanas, pero el fancés ya es más diferente y por ello hay que tener en cuenta que las reglas cambian para los distintos idiomas. Esta obra en concreto tiene dos ediciones, la francesa y la italiana, que es más pesada y está peor escrita».

Campanella también ha recordado que en la época de Donizetti los instrumentos no eran los mismos que tenemos hoy y que por eso hay que saber leer correctamente las partituras. «Por ejemplo, cuando Donizetti escribía fortissimo era porque los trombones de antes no tenían pistones, por lo que ahora hay que interpretarlo como un mezzoforte. Luego se ha dado la revolución de la orquesta gracias a Wagner, quien creó, por ejemplo, el ‘golfo místico’ (se refiere al foso del festival de Bayeruth que provoca voces mucho más líricas)».

Las partes habladas en la obra original han sido adaptadas para esta propuesta escénica por la dramaturga y libretista Agathe Melinand, habitual colaboradora de Pelly. Ambos han conseguido reducir unos textos originales excesivamente largos, haciéndolos más compactos y precisos, con mayor carga dramática, de manera que encajan perfectamente con la acción que sucede en la escena. A la vez exigen a los cantantes desarrollar al máximo sus dotes de interpretación.

«Hemos desempolvado el texto para adaptarlo a la época de hoy», afirma Pelly en referencia a este cambio. La hija, el personaje principal, es una chica abandonada que ha sido criada por decenas de soldados.»Hemos jugado mucho con ese elemento: chica que ha sido educada como un chico. También hay parte de melodrama, ya que encuentra a su madre 20 años después. Todo sin quitar la poesía y sin dar hachazos al texto principal».