“La fotografía no te enseña cómo expresar tus emociones. Te enseña cómo mirar”, decía esta artista revolucionaria. Abbott estudió en la Ohio State University de Columbus, antes de trasladarse al Greenwich Village de Nueva York en 1918 para estudiar escultura. En esta ciudad conoció a Marcel Duchamp y a Man Ray, dos de los fundadores del dadaísmo.

En 1921, Abbott se fue a vivir a Europa, donde trabajó como asistente de Man Ray en París, entre 1923 y 1925. Fue entonces cuando empezó a desarrollar su propia creación fotográfica, realizando retratos en los que captó a personalidades asociadas a los movimientos artísticos vanguardistas, como Jean Cocteau, James Joyce, André Gide, Max Ernst o Peggy Guggenheim. Durante esta época también se interesó por la obra de Eugène Atget, un destacado fotógrafo francés muy conocido por sus imágenes de las calles de París y que dará a conocer en Estados Unidos, tras adquirir gran parte de su archivo al fallecer aquel en 1927.

A su regreso a Nueva York, en 1929, la artista se implicó en un nuevo proyecto de carácter más documental tras darse cuenta de los cambios urbanísticos que había sufrido Nueva York durante su estancia en Europa, inspirada por las imágenes de Atget y de su voluntad de “captar el París que va desapareciendo”. Abbott se mostraba especialmente interesada en los cambios físicos que estaba experimentando la ciudad de Nueva York, donde los viejos edificios bajos del siglo XIX estaban siendo sustituidos por rascacielos.

Interpretación de NY

Inició así una serie de fotografías, a las que denominará “una interpretación documental” de la ciudad, como parte de un proyecto de la administración federal llevado a cabo durante los años treinta. En 1939 publicó esta serie de fotografías en un libro titulado Changing New York. Es en esta obra fundamental donde Abbott asienta los preceptos de su escritura fotográfica caracterizada por una visión moderna y compleja del documento fotográfico. Utiliza la yuxtaposición de la luz y la sombra, de lo estático y del movimiento, haciendo convivir múltiples temporalidades urbanísticas en cada una de sus imágenes. La fotografía adquiere y asciende a un nuevo estatus, el de transformar cualidades formales en cualidades conceptuales. En palabras de la artista, “la fotografía nunca madurará si se dedica a imitar a otras artes, tiene que lanzarse a andar sola, a ser ella misma”.

En los años 40, Abbott se convirtió en editora fotográfica de la revista Science Illustrated, actividad que mantuvo hasta los años 60, ampliando sus temas fotográficos a imágenes científicas. Consideró estas fotografías, realizadas en estudio, como las más realistas de su obra. Su intención era la de fotografiar lo invisible de los fenómenos científicos, siempre con la preocupación de divulgar al gran público “lo más apasionante de nuestro mundo actual”.

En 1966 se mudó a Maine, tras el fallecimiento de su compañera Elizabeth McCausland, con quien compartió su vida durante más de 30 años. Prosiguió su labor como fotógrafa de temas científicos, enfocando el mundo que le rodeaba de forma tan metódica como había hecho anteriormente con sus retratos y sus imágenes de Nueva York, hasta su muerte, en 1991.