El KMSKA cerró sus puertas en 2011 para someterse a una renovación integral. La arquitecta Dikkie Scipio, del estudio holandés KAAN Architecten, se comprometió en primer lugar a respetar y devolver al edificio su esplendor original, pero, además, ha convertido cuatro patios o jardines cerrados del edificio histórico en nuevos espacios expositivos. Diseñaron, en suma, nuevas galerías en el corazón del museo histórico. Dos mundos en uno o dos museos en uno. Una asombrosa remodelación que ha conseguido aumentar su superficie en un 40%, ganando 21.000 metros cuadrados.

Para Scipio, «renovar y ampliar un monumento es toda una responsabilidad. Requiere comprender sus nuevos usos, requiere conocimiento del pasado y respeto por él y también visión de futuro. Esta remodelación fue una experiencia única que no ha seguido en modo alguno los caminos ordinarios de un proyecto arquitectónico. Creo que el resultado de nuestro trabajo es un edificio que equilibra y desafía a la vez».

Al traspasar su umbral el visitante ya tiene que tomar una decisión. ¿Disfrutar primero con los antiguos maestros o los modernos iconoclastas? En las salas históricas puede admirar arte «narrativo» anterior a 1880 (junto a un selecto conjunto de obras de arte contemporáneo), mientras que en las nuevas disfrutará del arte posterior a esa fecha, cuando comenzó a predominar la experimentación con los materiales.

A grandes rasgos, la división se corresponde con el arte anterior y posterior a la construcción del mismo Museo –fue inaugurado en 1890–, con James Ensor como figura que conecta ambos mundos.

Razones para una visita (algunas)

Con más de 8.400 obras (alrededor de 600 expuestas), el KMSKA es el principal museo de Flandes | Su colección de Primitivos Flamencos es, pese a su reducido tamaño, una de las mejores del mundo (¡cuenta con 12 obras de Jan Van Eyck!) | Muy pocos museos pueden ofrecer una selección tan extraordinaria de arte flamenco del siglo XVII, con obras maestras de Rubens, Van Dyck, Jordaens y sus contemporáneos | Alberga las mayores colecciones de obras de James Ensor y Rik Wouters | En su nómina de artistas internacionales están, entre otros, Fouquet, Tiziano, Alechinsky, Modigliani, Rodin o Chagall.

Y además…

El Museo se ubica en el barrio sur de la ciudad (Zuid), muy cerca del Nieuw Zuid (Nuevo Sur), que está experimentando una rápida transformación. Hoy acoge a destacadas galerías de arte, como Tim Van Laere, Keteleer o Sofie Van de Velde, museos como el M HKA (Arte Contemporáneo) o el FOMU (Fotografía) y excelentes ejemplos de arquitectura internacional, todo ello muy cerca de la ribera del Escalda.

La omnipresencia de la luz natural es común a ambas partes, la histórica (fue concebido como un «museo de la luz del día») y la nueva. Ventanas y claraboyas aportan claridad a las galerías originales, mientras que el nuevo espacio cuenta con 198 lucernarios.

Los arquitectos del edificio original, Winders y Van Dijk, concibieron la planta superior como una sucesión de salas a lo largo de un impresionante eje prolongado y continuo. Con la renovación se restauraron todos sus elementos de carpintería y se optó por nuevos colores que hacen justicia a la paleta cromática histórica. El resultado transmite de nuevo una sensación muy propia del siglo XIX y la riqueza de los materiales utilizados configura un hermoso lienzo para los antiguos maestros.

En el nuevo discurso expositivo, las obras se presentan por temas, no por escuela o época, lo que facilita apreciar sus múltiples conexiones.

Pero el KMSKA es especialmente conocido por su retablos de dos grandes pintores amberinos, Rubens (del que cuenta con una célebre colección de 27 pinturas, algunas de ellas obras maestras, y más de seiscientos grabados) y Van Dyck. Sus grandes retablos permanecen, como nucleo del Museo, en una monumental sala (fue construida ex profeso para ello), donde forman un todo con los colores de la pared, la madera y los ornamentos dorados de las cornisas.

A ambos lados, las obras están dispuestas en salas a lo largo de dos ejes. Uno reservado para temas de inspiración religiosa, con títulos como La Virgen, Santos o El cielo. El otro reúne temas más profanos, con bodegones, paisajes o, por ejemplo, retratos. En algunas salas, como la de La Virgen, se ofrece un ambiente más tranquilo y sólo se exhiben tres obras; en otras se integran esculturas, objetos y música, mientras que en El Salón se reviven los del siglo XIX: exposiciones oficiales con muros repletos de pinturas de todo tipo de géneros y estilos.

Vuelta al origen

Los arquitectos originales diseñaron un museo adaptado a la colección tal como era a finales del siglo XIX, pero durante el siglo XX sufrió cambios fundamentales para acoger sus nuevas adquisiciones y donaciones que modificaron la ruta de circulación original y su conexión con la ciudad. La intervención de KAAN Architecten ha tenido como objetivo revertir estos cambios espaciales al combinar una renovación completa del museo histórico con una ampliación contemporánea completamente oculta dentro de la estructura existente.

Ahora, los visitantes pueden recorrer de nuevo la sucesión de salas históricas teñidas de rosa oscuro, verde y rojo; puertas de roble, columnas altas y adornos de yesería que transmiten una sensación de antiguo esplendor. Mientras tanto, escondido en el corazón del antiguo edificio, surge un nuevo museo vertical como una entidad autónoma. Con galerías de color blanco brillante, salas ocultas, largas escaleras y diferentes gradaciones de luz natural, el nuevo museo traza una ruta llena de sorprendentes experiencias verticales. Dondequiera que la nueva extensión «corta» la masa sólida del museo se agregaron incrustaciones de mármol, haciéndose eco de la elegante materialidad del edificio del siglo XIX. Ambas entidades contrastan, pero al tiempo dialogan, coexisten como dos mundos diferentes en un mismo edificio, compartiendo la capacidad de revelarse poco a poco.

La asimetría reina en las nuevas salas, con alturas, volúmenes e incidencia de la luz cambiantes. Los espacios son elevados, haciendo hincapié en la verticalidad. Una escalera recta, la escalera al cielo, conecta las nuevas galerías públicas del primer piso con las del último. Este nivel superior descansa como una mesa sobre las cuatro patas de los patios.

Esta nueva sección es un lugar asombroso, con una sorpresa en cada esquina, no solo por la arquitectura, sino también por el arte expuesto en ella: obras maestras modernas desde 1880 hasta finales del siglo XX organizadas en torno a tres temas (¡y qué temas!): Color, Luz y Forma.

Además hay, casi escondidos, gabinetes oscuros e íntimos destinados a la exhibición de las obras más pequeñas o delicadas. El último de estos espacios está dedicado a una presentación de obras en papel que cambia periódicamente. Delicados dibujos, aguafuertes, grabados y collages que solo pueden exponerse a una escasa iluminación durante un breve período de tiempo. Tampoco se los pierda.

Un museo dentro de otro

Con su simbiosis de nuevos espacios y de galerías históricas, el nuevo KMSKA es una verdadera joya arquitectónica.