Porque el uso de las imágenes en la obra de Rauschenberg es un hilo conductor a lo largo de toda su trayectoria, en la que trabajó la pintura, la escultura, la performance y múltiples técnicas gráficas, rompiendo con la tradicional jerarquía de las disciplinas. Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, y con el apoyo de la Robert Rauschenberg Foundation, la exposición reúne en Madrid una selección de piezas que abarcan desde sus primeras fotografías en el Black Mountain College de Carolina del Norte y en Nueva York en los años cincuenta hasta una de sus últimas series de carácter autobiográfico, Ruminations (1999-2000).

El proyecto, comisariado por Manuel Fontán del Junco, Inés Vallejo Ulecia y Lucía Montes Sánchez, se estructura en seis secciones que recorren las principales etapas de su producción. En ellas se presentan los Combines (Combinados, 1954-64), sus investigaciones con técnicas de transferencia y serigrafía, y sus colaboraciones escenográficas y de vestuario con la bailarina y coreógrafa Trisha Brown.

También incluye ejemplos de la serie ROCI (Rauschenberg Overseas Culture Interchange, 1984-91), proyecto en el que el artista estableció relaciones con países en los que la libertad de expresión o el acceso a la cultura occidental eran limitados, a menudo porque vivían bajo regímenes totalitarios. En la década de 1980, Rauschenberg visitó 10 países para representarlos en el proyecto. En esta ocasión se presentan obras dedicadas a Chile, Cuba, Venezuela y el propio Estados Unidos. Además, la muestra incluye dos obras que ya se mostraron en la exposición de 1985, junto a otras dos inéditas: collages fotográficos realizados para un catálogo del Centre Pompidou en 1981 cuya localización era hasta ahora apenas conocida.

Un catálogo con textos de Roni Feinstein, Aurora Fernández Polanco y Helen Hsu, entre otros autores, acompaña la exposición. También se publica un libro coeditado con Caniche Editorial que recoge la conversación entre Rauschenberg y su marchante Leo Castelli, celebrada en la Fundación en 1985. En sus páginas asistimos a un intercambio cómplice que desborda el anecdotario y recorre más de treinta años de la trayectoria del artista. Las réplicas de ambos, cargadas de humor y sonoros silencios, abordan las evoluciones del arte tras el expresionismo abstracto, el papel que las galerías jugaron para las nuevas estéticas y también los modos —a menudo imprevisibles— a través de los cuales se abre paso la carrera de un artista. Además, la grabación de esta charla forma parte de una serie de vídeos disponibles en la web de la institución dentro del programa La exposición explicada.

Con El uso de las imágenes, la Fundación Juan March retoma la figura de uno de los artistas más influyentes del siglo XX y celebra su centenario con una revisión que pone de relieve su constante experimentación con la fotografía, los materiales y las técnicas, así como su papel fundamental en la evolución del arte contemporáneo, porque, como destacan los comisarios en el catálogo: «En este centenario, el artista sigue muy vivo entre nosotros. No solo fue, como se ha argumentado, un creador bisagra entre el expresionismo abstracto y el pop, sino que su manera de concebir el arte y la práctica artística lo convirtieron en precursor de generaciones posteriores y movimientos artísticos como el nouveau réalisme o el arte povera. El uso de la imagen y de objetos encontrados, muchos de ellos desechos de la sociedad de consumo, y la ausencia de jerarquías hacen de él no sólo un artista entre dos movimientos, sino entre dos siglos: el suyo y el nuestro».


— ¿Quiere consultar el programa de mano de la exposición?

— Hasta el 12 de diciembre de 2025 podrá verse en la Fundación Bob y Leo, un proyecto audiovisual realizado en colaboración con La Máquina de Luz basado en la grabación de la conversación entre Rauschenberg y Castelli. Ahora se presenta acompañada de fotografías de época y de la reproducción de las obras que ambos interlocutores mencionan. Salón Azul. De martes a viernes. 12.00 h. Duración: 42’20’’.

Fotografiar, usar, reusar…

Fotografiar, usar y reusar imágenes fue la manera habitual de trabajar de Rauschenberg a lo largo de toda su trayectoria. Comenzó a utilizar la cámara en 1949, durante sus años de formación en el Black Mountain College, bajo el tutelaje de la fotógrafa Hazel Larsen Archer. A partir de 1954 empezó a añadir fotografías y recortes de prensa a sus lienzos, primero a través del collage, como en sus famosos Combines (1954-64), y, desde principios de la década de los sesenta, mediante la serigrafía, como en sus Silkscreen Paintings [Pinturas serigrafiadas] (1962-64). En ambos casos, se trataba en su mayoría de imágenes publicadas en distintos medios, pero a partir de 1983 se decantó principalmente por introducir en sus obras instantáneas tomadas por él mismo.

El uso que hizo de las imágenes no solo formó parte de su interés por experimentar con técnicas novedosas, sino que, a la hora de distribuirlas, se rigió por un principio, que denominó random order u orden aleatorio, aparentemente anárquico, pero provisto en realidad de una lógica interna (y confesada). Esta especie de orden sin jerarquías confirió a sus obras una gran fuerza visual. Con la profusión de imágenes que empleó en ellas, el artista se adelantó a su tiempo y anticipó el despliegue masivo de imágenes que caracteriza la cultura contemporánea.