Hay figuras que no se comprenden desde la cronología, sino desde el gesto. Victoria Eugenia pertenece a esa estirpe discreta pero decisiva: mujeres que, sin quebrar formalmente el marco institucional que las rodea, lograron ensancharlo desde dentro. El director de la Galería y de las Colecciones Reales, Víctor Cageao, destaca que con esta muestra se inaugura una nueva línea temática en su programa expositivo, que queda conformado por cuatro ejes: las colecciones permanentes, la exposición de temas de carácter transversal, las figuras relevantes (sección que estrena esta reina) y otros Reales Sitios.
La exposición se estructura en ocho ámbitos temáticos que recorren la vida de la reina desde su infancia en el entorno de la reina Victoria en Inglaterra hasta su salida de España en 1931. Entre ambos extremos se despliega un itinerario vital marcado por el compromiso, la exposición pública y la transformación del rol de la consorte. El noviazgo con Alfonso XIII, la boda marcada por el brutal atentado de la calle Mayor, la maternidad de siete hijos educados bajo su supervisión directa, su imagen construida por los grandes artistas del momento o su implicación en causas sociales y humanitarias configuran un retrato tan riguroso como sensible.
Uno de los aciertos de la muestra reside en su capacidad para entrelazar lo privado y lo institucional. Las postales de amor enviadas al rey, la biblioteca personal, las condecoraciones o la célebre diadema de las Flores de Lis —regalo nupcial convertido hoy en joya histórica de la Corona— conviven con retratos de Sorolla, Philip de László o Benlliure, y con el carruaje que la trasladó a los Jerónimos el día de su boda. El visitante no asiste a una acumulación de objetos, sino a una coreografía pensada para revelar una personalidad consciente de su imagen y de su responsabilidad.

La Galería de las Colecciones Reales presenta la exposición «Victoria Eugenia». Fotografía: © Luis Domingo.
La evocación de los espacios privados que la reina ocupó en el ala sureste del Palacio Real de Madrid —su dormitorio y su despacho— añade una dimensión casi escenográfica al recorrido. Estos ámbitos reconstruidos no buscan la nostalgia, sino la comprensión: permiten intuir cómo se habitaba el poder, cómo se conciliaba la vida personal con una exposición constante y cómo se forjó un modelo de consorte activo, visible y comprometido.
Victoria Eugenia no fue una figura decorativa. Supo utilizar los recursos a su alcance para dar visibilidad a las causas que consideraba justas y para construir una presencia pública acorde con los desafíos de su tiempo. En ese sentido, la exposición dialoga con otras lecturas recientes del periodo, ampliando la comprensión del papel que desempeñó la Corona española en el convulso escenario europeo del primer tercio del siglo XX.
Lejos de la hagiografía, Victoria Eugenia emerge aquí no solo como reina consorte, sino como agente cultural, madre, mujer moderna y figura clave en la redefinición del papel femenino dentro de la monarquía. Un retrato articulado con rigor que invita a repensar el lugar de la historia desde los márgenes aparentemente silenciosos que, en realidad, nunca lo fueron.
Esta muestra cuenta con el patrocinio de la Fundación Santander, y coincidiendo con su apertura, Patrimonio Nacional ha editado una monografía sobre la reina prologada por Felipe VI que enriquece el proyecto expositivo.
1906-1931
Victoria Eugenia fue la segunda de los cuatro hijos del príncipe Enrique de Battenberg y de la princesa Beatriz de Gran Bretaña e Irlanda. Su abuela fue la reina Victoria, para la que su madre ejercía como secretaria. Tras su boda con Alfonso XIII en 1906 fue reina consorte en España hasta 1931.


















































