Tomamos el desafío con ganas de que el gesto se prolongue, y de que esta sección sirva no sólo como espacio de invitación a las butacas, sino como espacio de reflexión ante las propuestas que nos llegan desde los escenarios, como conversatorio, como crisol de miradas, como lugar de cuestionamiento, en fin: como hervidero de ideas para una concepción más crítica del mundo.
Dos mujeres, dos amigas, dos críticas con años de recorrido en el mundo de la literatura y las artes escénicas firmaremos las reseñas de esta sección bajo el pseudónimo de Aspasia Página, un guiño a la intelectual Aspasia de Mileto, maestra de retórica y logógrafa que vivió en la Atenas del siglo V a.c con un espíritu contestatario e independiente ante el que obviamente (esa obviedad infame de nuestra historia patriarcal) se reaccionó condenándola primero a la impopularidad y después al silencio. El mundo le dio así la espalda en un gesto que no le hacía justicia siquiera a su nombre: aspasía (Ἀσπασία) era en griego la palabra para “bienvenida”.
Recogemos aquí su esencia en el nombre y le damos la bienvenida a esta sección que se reúne al calor del teatro: el arte de la celebración y del cuestionamiento, el espejo de las sociedades, de sus fantasías y sus resistencias. Hablaremos aquí de la escena (madrileña en especial, pero en ocasiones de otras ciudades y regiones) del teatro tratando de dar cabida a toda su amplitud y diversidad: lo mejor de los grandes escenarios, más conocidos, del CDN, Canal, La Abadía o las Naves del Español; de espacios más íntimos y de corte social como El teatro del barrio o la Sala Mirador; del espacio off de las pequeñas salas o del teatro de calle y los festivales anuales que recorren España…Nos dejaremos atraer con particular gozo hacia las dramaturgias atrevidas, hacia la búsqueda de nuevos lenguajes, hacia el teatro que refleja la diversidad del mundo, sus problemáticas y su belleza. Nos fijaremos con mayor ahínco en las propuestas de mujeres directoras que, al fin, encuentran la posibilidad de existencia; buscaremos, en fin, en los escenarios un teatro que no sólo entretenga y evada, sino que evoque y provoque: que nos haga, más que creer, crear junto a él.