La nueva donación comprende 36 obras sobre papel y siete cuadernos con 187 obras. Este grueso de obras que se incorpora a la Colección MACBA permite ahondar en la personalidad artística de Alberto Solsona y reflexionar acerca del lugar que sus aportaciones pictóricas merecen en el ámbito artístico. Un artista que «muta […] desde el campo del arte pop encendido y próximo a una psicodelia crítica hacia un espacio abstracto en el que la materia ha dado paso al arabesco como motivo iconográfico», tal y como se recoge en el catálogo que se publicó con motivo del 25 aniversario de su desaparición.

Esta segunda donación completa la visión panorámica de este artista de origen barcelonés que desarrolló la mayor parte de su carrera en Madrid. Como explica Isabel Urueña, presidenta de la Fundación Almela-Solsona, «a lo largo de estos años, en la tarea de ordenar y catalogar su obra, encontramos, además de sus telas, una importante cantidad de obra sobre papel y sus cuadernos de bocetos y proyectos pictóricos, algunos de los cuales plasmó posteriormente en obras de gran formato. Estos cuadernos contienen el testimonio de una trayectoria artística reflexiva, prolija y consecuente. La Fundación decidió que el mejor lugar para esta colección de bocetos, verdaderas obras maestras pequeñas solo en tamaño, era un Archivo como el del MACBA, a disposición de estudiosos y especialistas».

Almela-Solsona

Alberto Solsona cursó Grabado y Artes Gráficas en la Escuela Massana. Trabajó como ilustrador de cuentos infantiles y en 1970 se trasladó a vivir a Madrid, donde comenzó su andadura pictórica pública. Durante su época pop realizó con frecuencia obras a dúo con el también pintor Fernando Almela (Valencia, 1943 – Madrid, 2009), su compañero tanto en el arte como en la vida.

El año 1979 marca una transición drástica de su obra hacia la abstracción, que ya no abandonará. En los últimos nueve años de su vida, enormemente fructíferos y brillantes, obtiene el apoyo de notables figuras de la pintura española, entre las que cabe destacar a Fernando Zóbel y Gerardo Rueda, además de alcanzar un cierto éxito en ventas.

La Fundación Almela-Solsona, creada en 1991 como Fundación Alberto Solsona por el que fue su compañero Fernando Almela, tiene los objetivos de catalogar, conservar y promover su obra pictórica. A la muerte de Almela, la Fundación fue fiduciaria de sus bienes y de su producción creativa, que pasaron a engrosar el patrimonio artístico de la Fundación. Como estaba previsto en sus estatutos, los cinco patronos, elegidos por Almela entre sus mejores amigos, se hicieron cargo de la institución, que cambió su nombre por el actual, Fundación Almela-Solsona, y continúan en la tarea marcada en sus fines fundacionales.